El 28 de noviembre de 2016, Íñigo Errejón publicaba un artículo en 20minutos con este título, Podemos ganar. Este es el argumento:
El nuevo gobierno es transitorio y manifiesta el fin del bipartidismo, sólo ha comprado tiempo. Por ello, la actividad de ‘Podemos’ ha de ser ofensiva y no defensiva. Siendo ya un partido conocido por la población, ahora tiene que demostrar que es útil y, de esa manera, terminar de convencer a la “mayoría transversal”. Para eso, es preciso “no encerrarnos en etiquetas, sino unirnos en torno a ideas de sentido común y a un proyecto de país”. Y cita algunas de esas ideas y proyecto: pensiones, salarios, transición energética, pacto territorial, servicios públicos de calidad, retorno de los emigrados.
También hace falta para eso un modelo de partido: dejar de ser una minoría ruidosa para ser “más plural, más inclusivo y descentralizado”.
El texto, que está lleno de guiños interesantes, tiene, pues, dos ideas básicas: construir un mensaje o programa convincente para atraer a la “mayoría transversal” y dotarse de un modelo de partido abierto.
El mismo día que Errejón publicaba este breve escrito, cuatro dirigentes de ‘Podemos’ le respondieron en Kaosenlared con otro artículo, titulado “¿Ser oposición al régimen o ser oposición al PP? El dilema real de Unidos Podemos. Este último escrito sólo admite una lectura interna, pues trata de algo distinto a lo que dice Errejón, por lo que carece de interés doctrinal.
La idea de mayoría transversal no es nueva en Errejón, ya estaba presente en el primer escrito que hizo en Le Monde Diplomatique y que comentamos aquí el 21 de julio de 2014. Pero ahora este concepto tiene dos concreciones más: el programa que se precisa y el modelo de partido que lo defenderá.
El programa es muy transversal ciertamente. Se dirige tanto a los pensionistas, como a los parados y obreros empobrecidos, a los ecologistas, a los territorios-nación, a los jóvenes sin trabajo o a esa enorme masa de gente que precisa de la educación , de la sanidad o de las ayudas en la dependencia. Vaya, al 99 por 100. Sólo falta que las propuestas, hasta ahora generales, se vayan concretando en lo que se refiere a las pensiones o a la articulación territorial, por ejemplo. De todos modos, en tanto que tarea, que Errejón se propone, me resulta interesante.
La otra cosa, el partido, también tiene su enjundia. Primero, hay una durísima, aunque velada crítica: dejar de ser minoría ruidosa, que es ciertamente en lo que, desde el 2 de marzo, se convirtió ‘Podemos’. La crítica alcanza de lleno al líder, que vendría a ser un obstáculo insalvable dentro de la reflexión de Errejón. Después, hay una propuesta de partido: plural, inclusivo y descentralizado; es decir, justo lo contrario del partido actual: cerrado, excluyente y centralista. Es interesante, pero tiene un defecto de partida, que pasa desapercibido para Errejón, a pesar de pretender huir de “tropezar en viejas piedras”. Hace ya mucho tiempo nos ofertaron una “casa común” parecida a esta. Se llamaba Izquierda Unida. Antes, incluso, nos habían ofertado otra, llamada PSOE. Y lo que ocurre es que no queremos más casas comunes, aunque se llamen ‘Podemos’.
La mayoría transversal sólo puede encontrar acomodo en un movimiento transversal, donde quepan todas las personas y organizaciones que lo deseen. Será, por lo tanto, plural e inclusivo, respetando las identidades particulares. Será descentralizado, porque se constituirá desde las asambleas locales. Pero no podrá llamarse con los nombres con los que ya se ha llamado: PSOE, IU, ‘Podemos’. En Cataluña y en otras partes, ya lo están haciendo así. Para mejorarlo, se necesita sólo una cosita: que no sea un nuevo partido, sino un movimiento siempre en transformación, como la realidad, sin perjuicio de la eficacia, que se construye con programa, código ético y portavocías reconocidas. Todo lo demás no pasará de ser cantos de sirena.
Marcelino Flórez