Estado de la confluencia

Esta vez no ha podido ser. No habrá confluencia de las izquierdas. La responsabilidad es casi exclusiva de ‘Podemos’, que diseñó una estrategia de sorpasso de las dos izquierdas, representadas parlamentariamente en PSOE y en Izquierda Plural. Después de las elecciones europeas y de las primeras encuestas, que le catapultaban a la victoria electoral, diseñó la doctrina de Vistalegre y no ha movido un dedo desde entonces. No entendió lo que había pasado en las elecciones municipales y regionales, y han tenido que llegar las elecciones catalanas para que la evidencia se impusiese: ‘Podemos’ no va a ganar. No va a ganar despreciando al movimiento social y a los partidos de izquierdas.

Pero ya es tarde. En el camino ha quedado rota la ilusión de un cambio político. Hay que volver a empezar, aunque llevemos ya demasiados renovados comienzos. Hubo un momento en que se vislumbró una salida con Ahora En Común, pero fracasó. Quizá esa doble postura de estar con Ahora En Común y mantener al mismo tiempo conversaciones formales e informales de partido en busca de una coalición haya sido la causa segunda del fracaso de la convergencia. Eso y los conflictos internos de IU que no cesan y constituyen la tercera causa. Para rematarlo, EQUO, que había sido un buen “pegamento verde” en la confluencia anterior, opta por la vía del suicidio, saliéndose de Ahora En Común y adhiriéndose a ‘Podemos’ a cambio de un plato de lentejas o, al final, tal vez sin lentejas.

Tres partidos, que podían haber sido una base sólida para construir confluencia, ‘Podemos’, Izquierda Unida y EQUO, han fracasado, arrastrando con sus errores la ilusión de la victoria, que es el principio del éxito. Esta vez ya no va a ser.

La iniciativa de Ada Colau ha llegado tarde. Era sin duda desde el municipalismo convergente desde donde había que haber construído la iniciativa política para las elecciones generales. La presencia de ‘Podemos’ en alguna de esas candidaturas ha sido el factor distorsionante, hasta que la quiebra de Cataluña abrió los ojos de todo el mundo. Era ya tarde. Sólo queda resistir en los quebradizos espacios que pervivan dentro del movimiento En Común, siempre con el riesgo de que alguien quiera desviar agua al molino partidista.

Resistir, pues, y esperar. Pero el 20 de diciembre ya no es una meta de cambio. Tengo la obligación moral de decir a mis amigos lo que he visto y lo que pienso, aunque sea poco animoso. Sólo el grado de derrota del Partido Popular marcará en diciembre las esperanzas de futuro. El verdadero cambio, sin embargo, tendrá que esperar y eso a pesar de haberse manifestado un líder excelente, que se llama Alberto Garzón. El sujeto del cambio ya no será ‘Podemos’ ni Izquierda Unida ni EQUO. El único sujeto posible ya es la confluencia realmente existente, la municipal de los comunes. Apoyar y fortalecer a los gobiernos En Común es la tarea y, desde enero, coordinarse para construir el sujeto del cambio, donde personas y movimientos sustituyan definitivamente a los viejos modelos de partido en las asambleas. Admito apuestas.

Marcelino Flórez

2 comentarios en “Estado de la confluencia”

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