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Toma la Palabra: los resultados

Una vez reposadas, me atrevo a poner en el papel mis impresiones sobre las elecciones municipales en Valladolid. Los resultados han sido malos, una cuarta parte de los votos y de las concejalías se ha perdido. Al mismo tiempo que VTLP pierde, el PSOE gana y esto es una contradicción, porque formaban parte del mismo equipo de gobierno y no ha habido ninguna desavenencia entre ellos. Por lo tanto, no es por la acción de gobierno por lo que se produce la pérdida.

Tampoco se puede achacar el fracaso a la campaña electoral, que ha sido imaginativa, alegre, acogedora, bien hecha, como han reconocido los propios adversarios y lo han puesto por escrito. Por eso, hemos recibido el resultado con un deje de sentimiento de no ser tratados con justicia; más aún, cuando esperábamos mejorar los apoyos.

Han de ser, pues, factores externos los que nos expliquen el fracaso de TLP. Uno, sin duda, es el déficit de conocimiento de la organización entre la población. Quizá lo explique mejor que nada una anécdota que le ocurrió a Manuel Saravia. Después de una charla en un barrio, se le acercó un señor para decirle que estaba encantado con su trabajo de concejal y que pensaba votarlo. Bien es verdad que a continuación añadió que no se le veía mucho por la sede, la del PSOE, claro. Hechos similares a esta anécdota se han repetido muchas veces en la calle.

Ese hecho puede explicar que VTLP no ganase votos, pero no que perdiese cinco mil respecto a cuatro años antes, de gente que sí tenía que conocerlo. Más importante para explicar eso habrá sido, bien seguro, el efecto de atracción que ejercen los ganadores y el PSOE está en esa fase y se ha beneficiado de ese factor. Dicen los sociólogos que hasta un 10 por 100 de la población se siente subyugada por la atracción del ganador. Algunos votos se habrán ido por ese coladero.

Dos hechos relativos a la gobernanza municipal han podido influir también en la pérdida de votos: la ordenanza sobre vandalismo urbano, que determinado sector de la población ha seguido denominando “ordenanza mordaza”, y el soterramiento. No importa lo razonables que sean los argumentos, porque es evidente que un sector de posibles votantes de TLP se ha instalado en la crítica al gobierno municipal por esos dos factores o por uno de ellos. Sin duda, esos críticos habrán preferido permanecer en la abstención.

Y hay un factor que, en mi opinión, ha sido muy determinante en la pérdida de votos de VTLP. Me refiero al espectáculo de desunión y de caos que ha ofrecido la izquierda. Dejamos a un lado la tarea de Podemos, que es de su exclusiva responsabilidad, y nos fijaremos en las dos organizaciones que participan en las asambleas municipalistas de TLP. Son EQUO e IU.

EQUO ha protagonizado uno de los espectáculos más bochornosos que puedan imaginarse. Fíjense: en las elecciones municipales estaba incluído en la plataforma TLP; en las autonómicas, iba en alianza con Podemos, que era enemigo manifiesto de las plataformas ciudadanas; y en las europeas no participaba formalmente, por exclusión de la Junta Electoral, pero aportaba candidatos a las listas de Unidos Podemos y de Compromiso por Europa. Era prácticamente imposible explicar a la afiliación qué papeleta debían coger en cada caso. No digamos a la población menos informada políticamente: ahí era imposible explicar nada.

La actitud de IU no es menos vituperable, dejando a un lado su quehacer en la asamblea municipalista de la capital, VTLP, donde su compromiso es generoso y encomiable. No es lo mismo en la provincia, ni en la región. En la provincia no ha sido capaz de asumir siquiera la denominación Toma La Palabra, a la que ha envuelto en siglas diversas según los lugares, procurando siempre que apareciesen sus propias siglas. Eso significa no haber entendido nada. En la región, fue incapaz de llegar a un acuerdo con Podemos. Bien es verdad que la responsabilidad seguramente ha sido de Podemos, que ha mantenido la misma actitud excluyente y hegemónica en todas partes, pero el resultado fue la división, que entraba en contradicción con las asambleas municipalistas. Esto no supo resolverlo y los efectos los han sufrido en Burgos, en Palencia, en Salamanca o en Valladolid. En todos los lugares esa actitud ha servido para perder representación, hasta llegar a la irrelevancia.

Es imposible determinar cuánto pude influir cada uno de los factores señalados en los resultados electorales, pero es indudable que la suma de los mismos sirve para explicar muy bien lo que ha ocurrido con TLP. Aunque del análisis se deduce que son las tempestades o los gigantes o los molinos los principales responsables, es decir, los factores externos y, por lo tanto, no controlables, no por ello se ha de deducir que TLP no tenga responsabilidades. Ser poco conocida entre la vecindad, mixtificar el nombre de la Asamblea con siglas particulares, dejarse influir por conflictos externos de los partidos son cosas que se pueden corregir. Gobernar mejor va a ser difícil. Será más fácil hacer oposición. Pero, por encima del éxito o del fracaso electoral, la decisión de mejorar la vida de la gente y de hacer una ciudad amable, acogedora y sostenible seguirá siendo el criterio que guíe siempre a una asamblea ciudadana, como es TLP.

Marcelino Flórez

No sé si se podrá

Clandestinamente, como viene siendo habitual, un autodenominado ‘Ganemos’ y un no sé qué ‘Podemos’ han constituido una candidatura o plataforma o agrupación o partido o ya veremos qué en Valladolid. Ha sido el 26 de febrero, clandestinamente, y se hace llamar ‘Sí se puede Valladolid’. Comenzaron diciendo que sería una agrupación electoral; ahora parecen pensar en un partido instrumental. ¡Qué difícil es para gente desconocida, escasa y clandestina recoger cinco mil firmas! A pesar de la clandestinidad y de que nadie sabe nada de quiénes son esos ‘Ganemos’ y esos ‘Podemos’ de Valladolid, el supongo que periodista, Pablo Rivas, publicaba en Diagonal Digital el día 27 de febrero un artículo (El mapa estatal del asalto municipalista), donde se hacía eco de la noticia que comento.

Dice el supongo que periodista, Pablo Rivas, que el ‘Ganemos’ de Valladolid fue uno de los primeros de la región y que apareció como “un proceso de confluencia” en junio de 2014. Pero Pablo Rivas desconoce u oculta lo que sigue: un puñado de gente que se decía perteneciente al 15-M contactó con Valladolid Toma la Palabra, un movimiento promovido por Equo y por Izquierda Unida que acababa de ofrecer un manifiesto de confluencia electoral a la ciudadanía vallisoletana y a los movimientos sociales en particular, y al que se adhirieron en pocos días trescientas personas. Esos referidos mensajeros del 15-M proponían confluir bajo la marca de ‘Ganemos’ para identificarse con iniciativas similares que se estaban iniciando en Barcelona, en Madrid y en otros lugares. Valladolid Toma la Palabra aceptó esa confluencia en el trascurso de su primera asamblea, celebrada el 22 de julio de 2014 con asistencia de un centenar de personas. Ese mismo día o al día siguiente se presentó ‘Ganemos’ en una plaza pública y asistió un buen número de los miembros de Valladolid Toma la Palabra. La confluencia parecía evidente, pero ocurrió algo que debe decirse muy alto y muchas veces: un grupo de no más de seis personas se erigió en portavoz y comisionado de la marca ‘Ganemos’, y no volvió a convocar ninguna reunión pública más, ni abierta ni cerrada. Yo mismo, que me apunté a través de internet, no he vuelto a tener comunicación ni noticia alguna. Tanto Equo, como IU, como Toma la Palabra, se han dirigido infinitas veces a los secuestradores de ‘Ganemos’ sin obtener respuesta.

Mientras tanto, Toma la Palabra continuó reuniéndose en asambleas públicas y en grupos de trabajo de libre adscripción, sin cerrar la entrada a ninguna persona ni organización. En alguna de las primeras asambleas se propuso invitar a ‘Podemos’ de Valladolid a participar. La respuesta de ‘Podemos’ ha sido siempre dilatoria. Una y otra vez decía que había que esperar, porque no estaban formalmente constituídos o cualquier otra excusa. Finalmente y después de esperar seis meses, Toma la Palabra en la asamblea del 18 de enero de 2015 decidió salir a la luz pública y decidió la forma de coalición electoral para participar en las elecciones municipales. La decisión se tomó en una asamblea abierta, donde participaron unas ciento cincuenta personas, y se hizo después de un amplio debate y por una abrumadora mayoría. Quedó muy claro, y así se ha venido cumpliendo, que la forma jurídica tiene un carácter meramente formal y que la asamblea sigue siendo soberana. El programa ha continuado elaborándose de forma participada y las listas electorales se han hecho mediante elecciones primarias, a las que se apuntaron mil quinientas personas, de las cuales más de mil doscientas ejercieron el voto. ‘Podemos’ no ha querido participar ni en la coalición ni en las asambleas ciudadanas. La última excusa que ha utilizado es que prefiere una agrupación electoral y no lo que llama despectivamente una “sopa de letras”, por más que dos grupos de letras sean escasas para poder hacer una sopa. La excusa es tanto más inválida, cuanto que en todos los lugares donde ha existido voluntad de participar ha sido posible buscar la forma jurídica, que en Barcelona ha sido una coalición de partidos y en Madrid la creación de un partido instrumental. Han rehuído precisamente el modelo de Valladolid, que todo el mundo está reconociendo como el más democrático, abierto y transparente de España entera. Cada cual es libre de tomar sus decisiones, pero las excusas no sirven, son mera propaganda propia de la casta.

Paradójicamente, el día 26 de febrero los secuestradores de ‘Ganemos’ y el aparato local de ‘Podemos’ han anunciado la creación de una candidatura o una agrupación o una coalición o un partido o vaya usted a saber qué unión bajo la marca de ‘Sí se puede Valladolid’. Es asombroso el parecido de esa marca con los eslóganes que utiliza el partido ‘Podemos’. Sin duda, pretenden que la población pueda identificarlos. Desde luego, esto les saca de la clandestinidad, pero habrá de crear algún problema al ‘Podemos’ central, ese que no quería enfangarse en las municipales, corriendo el riesgo de que se le colase gente indeseable. Menuda tarea se le presenta en Valladolid, donde ofrece una candidatura “ciudadana” y no ha convocado una sola vez a la ciudadanía, una candidatura que aboga por la transparencia mientras actúa clandestinamente. Eso sí, con un nombre muy parecido al de la propia marca y con gente “normal y corriente”, lo que les diferencia -dicen- del resto, dejando claro que no somos ni normales ni corrientes.

No sé si los dirigentes de ‘Podemos’ en España estarán tomando nota de lo que hace su sucursal en Valladolid, pero tienen aquí una prueba de trascendencia mucho más que coyuntural. Esperaremos a ver si se puede.

Marcelino Flórez

 

Toma la Palabra. Crónica y análisis

I

La Asamblea de 18 de enero de “Valladolid toma la palabra” ha tomado importantes decisiones. La primera, formar una coalición de partidos para presentarse a las elecciones municipales en toda la provincia. La coalición es una mera fórmula jurídica, porque la propuesta manifestada en julio de 2014 sigue siendo la misma: asambleas democráticas para decidir cada cosa. Los partidos hasta ahora coaligados, IU y Equo, han dado muestras de una generosidad inusual. No sólo han puesto toda su infraestructura y sus recursos al servicio del común, sino que renuncian a reservar cuotas en las listas electorales. Más pureza es imposible, quizá por eso estaba la gente tan contenta en la Asamblea del 18-E. Además de personas de los partidos, forman esta asamblea personas del movimiento vecinal, del movimiento sindical, de la cultura, de la cooperación, de la economía solidaria y la banca ética, del ecologismo. Realmente, no falta nadie. Por eso, la Asamblea ha perdido el miedo sobre si se apunta o no algún otro partido. Como la puerta está abierta a personas y organizaciones, quien lo desea puede estar. Quien prefiera otra cosa está en su derecho, pero el tiempo de las excusas ha terminado.

La otra cosa esencial que decidió la Asamblea fue el reglamento de elecciones primarias. Gratifica mucho ver a la gente joven, cargada de saberes, explicar las opciones que se han barajado y las propuestas que se llevan a la Asamblea. Habrá dos votaciones, una para la cabecera de la lista, otra para el resto de la lista. Cada proceso se hará en una sola votación, para lo que se ha elaborado un método del que resulte el consenso, a la vez que impida que se imponga cualquier lobby. Para la cabecera se votarán hasta tres nombres y para las listas cada persona podrá votar hasta cuatro mujeres y cuatro hombres en series diferentes, que luego se ensamblarán en cremallera. Los votos, en este caso, tienen una ponderación diferente según el lugar jerárquico que ocupen en la lista. El resultado de estos métodos aporta pluralidad y consenso. Es la nueva democracia deliberativa hecha realidad.

Sólo falta por ser aprobado el código ético, al que tendrán que someterse las candidatas y los candidatos que se presenten y donde se especificarán otros compromisos participativos, como la consulta ciudadana antes de tomar decisiones importantes. Por lo demás, los grupos de trabajo establecidos continúan con su labor e invitan a quien lo desee a sumarse.

II

Se tomó otra decisión el día 18: aprobar un nombre para la coalición. Un grupo de trabajo se había ocupado previamente de recibir propuestas sobre el nombre y de hacer algunos talleres para seleccionar entre esas propuestas. Se decidió por aplastante mayoría que ese nombre fuera Valladolid toma la palabra (al principio se escribía con el acrónimo VTP), el mismo que llevaba el manifiesto que dio origen a este proceso en el mes de julio de 2014. ¿Por qué era importante decidir en asamblea el nombre?

Detrás de esta decisión hay una larga historia. Nada más presentarse el manifiesto de VTP, dos o tres personas se dirigieron a los representantes para ofrecer una confluencia ciudadana bajo la denominación de ‘Ganemos’. La Asamblea de Toma la Palabra lo aceptó gustosa y una mayoría de miembros asistió a la presentación de ‘Ganemos’. Aquella fue la primera y la última asamblea de esa denominación. Después, VTP se ha dirigido, directamente y a través de los partidos presentes en el movimiento, a las tres o cuatro personas que controlan la denominación ‘Ganemos’ , pero no han obtenido respuesta. Ha tenido lugar un verdadero secuestro de una denominación que existe en otros lugares, como Barcelona o Madrid. Este insólito caso pone de manifiesto que el movimiento participativo puede correr peligro cuando cae en manos de personas aisladas y desconocidas. Aunque en otros lugares de España los mismos partidos y los mismos movimientos sociales concurren bajo la fórmula de ‘Ganemos’, eso no será posible en Valladolid, debido al secuestro del nombre que les cuento. De ahí la importancia de decidir en asamblea con qué nombre concurrir a las elecciones municipales en toda la provincia de Valladolid.

Hay otra cosa más detrás de esta decisión. Desde el mes de julio, Toma la palabra se ha dirigido, de forma insistente y repetida hasta la humillación, al nuevo partido político ‘Podemos’ para invitarle a participar en el movimiento. Un rosario de excusas ha sido la única respuesta hasta el día de hoy y así seguiríamos si VTP no hubiese decidido ponerse nombre definitivamente y dejar de depender de una estrategia oculta de un partido nuevo, cuyo único fin da la impresión que es debilitar a Toma la palabra, retardando lo más posible su conocimiento por parte de la sociedad vallisoletana. Aunque sabemos perfectamente quiénes somos cada cual, porque los teóricos de ‘Podemos’ se han definido en varias ocasiones y yo mismo les he hecho algunos comentarios de texto, es la práctica lo que mejor define a las organizaciones. En este caso, esa práctica denota mucho leninismo y poca aceptación de la pluralidad social. Advierto, además, otra contradicción: se desprecia a los partidos políticos existentes, aplicando el insultante término de “sopa de letras” a un movimiento político modélico en transparencia y participación, mientras se constituye un nuevo partido que renuncia a toda colaboración con los que aparentan ser próximos. Eso sólo se entiende si la voluntad es llegar a ser un partido único. Mala cosa.

Marcelino Flórez