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La difícil alternativa

En 1986 confluyó un amplio movimiento social en la Plataforma para la salida de España de la OTAN. Era un movimiento heterogéneo, pero con un objetivo preciso: OTAN-NO. Los principales impulsores fueron los dos grandes sindicatos y estuvieron presentes los partidos de la izquierda, donde la predominancia del PCE era indiscutible. El Referendum se perdió, pero la Plataforma sirvió para originar un movimiento político, que terminó formando esa entidad nunca bien definida, que fue Izquierda Unida, algo así como una federación de partidos y de agrupación de personas, aunque socialmente sería identificada pronto con un partido político.

El dominio del PCE en IU siempre fue evidente, pero en el año 1992 el Congreso del PCE ordenó que se “hegemoneizase” el movimiento social y político. Fue el fin definitivo de la relativa autonomía de IU, así como el origen de un conflicto gravísimo en el seno de las Comisiones Obreras. El conflicto sindical terminó en el año 2009, cuando la denominada mayoría sindical fue derrotada por una coalición de “criticcoos”, la corriente sindical creada por el PCE, junto a una aglomeración de personas descontentas, reunidas en torno a algunas “personalidades” sindicales. Los “criticcoos” decidieron entonces disolverse y, como la mayoría sindical no constituía ninguna tendencia organizada, el conflicto sindical interno se extinguió. Pero en IU las cosas discurrieron de otra manera.

En el tiempo prelectoral del año 1993, el PCE en Izquierda Unida desarrolló la teoría de las dos orillas, queriendo dar a entender que el PSOE y el PP estaban en una de ellas e IU en la otra, de donde se deducía que no había posibilidad de pactos con el PSOE. La doctrina fracasó, al volver a ganar el PSOE las elecciones con mayoría relativa, pero triunfó, porque no obtuvo el apoyo de IU para gobernar. Siempre bajo la dirección de Anguita, la doctrina se reforzó, denominándose ahora el sorpasso y asentada en la cantinela de programa, programa, programa; y aún dio un paso más con la táctica de la pinza con el PP, que obtuvo el éxito deseado: el PSOE fue desalojado del poder en 1996. Siguieron ocho años de aznarismo y desmovilización social, que se valoran por sí mismos.

El conflicto dentro de IU se acentuó y algunas personas formaron el PDNI para tratar de reunir fuerzas y contrarrestar el dominio de los hegemónicos. Fue una tarea vana. La Nueva Izquierda no tuvo acceso a la V Asamblea de IU y se desligó de la coalición. Izquierda Unida, después del periodo discurrido entre 1993 y 1996, no recuperaría ya el carácter inicial y los resultados electorales volverían a ser insatisfactorios, a pesar de caminar de refundación en refundación. Ni siquiera en 2011, con un partido socialista completamente abatido, logró recuperar una representatividad significativa. El control que siguió de los diputados elegidos y la marginación de los más reconocidos, como Gaspar Llamazares, dejó claro que ese camino no tiene retorno.

Una vez más, sin embargo, la realidad convoca a transformarse. La crisis económica, que ha derivado inmediatamente en una crisis social y política, está sirviendo para recuperar el fenecido movimiento social. Encabezado nuevamente por los sindicatos, todo lo que se mueve en la izquierda social se ha vuelto a poner en pie: grandes manifestaciones recorren las calles desde que comenzó el año 2012. Esa movilización ha cuajado ya en una plataforma, denominada Cumbre Social y dotada de un objetivo: convocar un referéndum en el que se rechacen los recortes del gobierno. El objetivo se conseguirá o no y el gobierno caerá o no, pero una alternativa política está de nuevo al alcance la mano.

Algunos oportunistas han tratado ya, sin éxito, de arrimar el agua a su molino, aunque, alimentados con la experiencia de los últimos veinticinco años, sabemos muy bien lo que no puede ser la alternativa: no puede ser una coalición de partidos de la izquierda, todos los cuales están en el mismo saco de la desafección social; no puede ser un movimiento controlado por uno o varios partidos; tal vez, no pueda ser siquiera un partido político. Sabemos también algunas cosas que se van a demandar: una reforma de la ley electoral; el fin de los privilegios de los representantes políticos; la democratización de las decisiones políticas relevantes; y, por supuesto, la realización efectiva de los derechos económicos y sociales, mediante la implantación de una renta básica de ciudadanía y de la garantía de los servicios sociales públicos.

El problema es la dirección del movimiento. Quizá no se pueda ir más allá de una agrupación electoral en todas la provincias de España, que designe, en asambleas abiertas y con métodos que garanticen una efectiva participación, candidatas y candidatos electorales. Las mismas asambleas, con métodos igualmente participativos, serían las responsables de elaborar los programas electorales y un estatuto para candidatas y candidatos. Esto significa cambiar la actual forma de representación política, desligándola de los partidos políticos que ahora la gestionan. A los partidos les correspondería la función cultural: crear doctrina, educar, difundir el pensamiento, organizar a las personas adheridas. Cuantas más personas sean y mejor organizadas estén, más podrán influir en las decisiones que tomen las asambleas de las agrupaciones electorales, pero los viejos partidos, monopolizadores de poder y pretendidas vanguardias intelectuales, han recorrido ya todo su camino.

Está fuera de duda que no formará parte de esa agrupación electoral el ámbito de los socialistas, que dispone de base social para varias décadas. Probablemente tampoco se adhiera el ámbito de los comunistas y otros grupos antisistema, que ya se han desligado de la Cumbre Social con disparatados prejuicios argumentales sobre los dos grandes sindicatos. Todo lo demás que se mueve políticamente en la izquierda debería ser capaz de dejar las siglas en casa y esforzarse por construir una vía alternativa, capaz de aglutinar al conjunto social que trabaja en la solidaridad, en la cooperación, en la defensa de la naturaleza, en la economía alternativa, en derechos humanos y en el buen vivir o negación del crecimiento capitalista, y que ahora no se siente representado. Su futuro estará en manos de los programas que logre elaborar y de las personas encargadas de llevarlos a cabo, si fuesen personas merecedoras de confianza.

 

La incidencia política como herramienta para el cambio social

Con ese título la Coordinadora de ONG para el Desarrollo organizó unas jornadas en Valladolid el 11 de febrero de 2012. He asistido y he hecho un resumen de lo que se trató. Por cierto, la participación fue escasa y la mayor parte de las asociaciones coordinadas no envió ningún representante a las actividades.

1. Las organizaciones sociales, constructoras del cambio social,

por Gustavo Duch

Gustavo Duch comenzó afirmando una tesis: campesinizar la cooperación. Toda la charla giró sobre el desarrollo de la misma, después de asentar una hipótesis: asistimos a los últimos años de esplendor del capitalismo, por los límites físicos del Planeta y porque se está acabando la paciencia de la ciudadanía.

Explicó, con un cuento, que campesinizar es empequeñecer: hacer menos proyectos, pero con más cultura de transformación; hacer menos cooperación, pero más cooperativismo. Todo ello, en escenarios con ausencia de miedo. En realidad, estaba revalorizando el viejo axioma ecologista de “pensar globalmente, actual localmente”.

Lo pequeño y lo local está siendo la transformación real. Puso el ejemplo de un pueblo mexicano que ha hecho una moneda propia para intercambiar bienes y servicios en su interior. El Estado se lo quiere prohibir, pero ellos resisten y conviven de otra manera. Como ese, hay cientos o miles de proyectos, muchos de ellos en nuestro entorno, aunque sigan pasando desapercibidos: cooperativas de consumo ligadas a los productores; agrupaciones de prestamistas solidarios extrabancarios; empresas solidarias diversas. Estas agrupaciones de ayuda mutua son las que hacen posible dominar el miedo, demostrando que otro mundo es posible.

En este mundo de lo pequeño están también las asociaciones de cooperación y las asociaciones solidarias, pero conviene hacer una reflexión sobre sus estructuras para comprobar si están siendo un espacio positivo o si se están convirtiendo en un obstáculo para el cambio social, porque no hay que olvidar nunca la tendencia tan humana a convertir las propias asociaciones en el principal objetivo de nuestra acción, es decir, a transformar el medio para el cambio en el fin al que se supedita todo lo demás.

Terminó su intervención con el cuento del biblioburro y una conclusión: muchas pequeñas cosas en muchos pequeños lugares son las que están cambiando, poco a poco, el mundo.

 

2. ¿Es necesaria una repolitización de las ONGs?, por Pablo Osés

Pablos Osés inició su exposición de forma contundente: las ONGDs o son instrumentos para el cambio social o son irrelevantes, dijo. Y pasó a recordar “cosas que ya sabíamos”:

– Sabíamos que el desarrollo es insostenible. Quienes tengan dudas, deberían analizar su huella ecológica.

– Sabíamos que existe una relación entre progreso y desigualdad. Dicen los que ganan en esta relación que es el peaje que ha de para la humanidad. Y esa reflexión me recuerda las “florecillas pisoteadas al borde del camino”, que decía Hegel y que todos aceptamos como lógico, hasta que W. Benjamin nos hizo ver que el olvido de ese peaje conducía a la catástrofe, es decir, al fascismo.

–  Sabíamos que la democracia había sido desbordada, que el Estado-nación del siglo XIX había sido superado. Curiosamente, ese proceso se ha visto acompañado por el proceso de despolitización de la ciudadanía. Y aún tiene otro paralelismo, el paso de seres ciudadanos a seres consumidores. Esos cambios ya se habían producido antes en América Latina o en Asia, donde apenas hay Estado, pero no les habísmos prestado la debida atención.

– Sabíamos los límites de los Objetivos del Milenio, que buscaban terminar con la pobreza a través de la inversión. ¡Cómo recordamos aquella pasajera cumbre vallisoletana de los microcréditos!

– Sabíamos los límites establecidos a las donaciones, a través de la “eficacia de la ayuda” decretada en la Declaración de París de 2005.

– Sabíamos que la UE era irrelevante. Y, después de lo que está haciendo, hemos de decir que menos mal.

– Sabíamos, en fin, los problemas de participación que acucian a las ONGDs y que esos problemas tienen mucho que ver con haber optado por la prestación de servicios frente a la promoción de la participación, lo que significa al mismo tiempo una renuncia al cambio social.

A lo que “ya sabíamos” hay que añadir “las últimas noticias” que nos llegan:

– Que el ajuste fiscal (eso que los rojos llaman recortes) manda;

– Que la doctrina del crecimiento económico también manda;

– Que la economía financiera es la que decide; o sea, la pura especulación.

Entre lo que “ya sabíamos” y las “noticias que nos llegan”, se desprende:

– Que el 0’7 dice adiós;

– Que el concepto de cooperación involuciona y pasa a ser “cooperación para el desarrollo económico”;

– Que los protagonistas de la cooperación pasan a ser las empresas, donde la eficacia se mediará con el desarrollo, abandonado la ya precaria “eficacia de la ayuda”, declarada en París en 2005; y donde no tienen cabida los Derechos Humanos.

En España ya venimos conociendo los cambios: si Zapatero se atrevió, el fatídico 10 de mayo, a decir que reducía la AOD, Gallardón ha suprimido sin temblar el Departamento de Cooperación para el Desarrollo; y el recorte presupuestario en AOD asciende al 20%, cuando el recorte medio es del 6%.

Esto es posible porque ya no pasa nada cuando se ataca a la solidaridad; y en ello, las ONGDs tienen que encontrar la responsabilidad que les toca, al haber optado por el apoliticismo.

Terminó la intervención con una relación de propuestas:

– Optar por el cosmopolitismo, dejando atrás los nacionalismos;

– Tomar en serio el pensamiento sobre el decrecimiento;

– Rescatar la política, en perspectiva de transformación social.

Estas cosas hay que prender a ponerlas en práctica en la vida personal cotidiana, más ahora que se está privatizando la cooperación y que la competencia se impone como criterio frente al cooperativismo.

Augura, finalmente, Pablo Osés que está próximo el día en que las ONGDs tomen dos caminos distintos: las que siguen al mercado y las que le resisten.

 

3.      Mesa redonda

A las intervenciones anteriores, siguió una mesa redonda, con un debate entre los dos ponentes y con participación del público. Me pareció lo más destacado la reclamación por parte de Gustavo Duch de una ideología visible y propuso cambiar el nombre de ONG por el de ONC u Organizaciones No Capitalistas. Junto al anticapitalismo, reclamaba un lenguaje más pedagógico en lo relativo a la cooperación. De forma plástica lo expresó diciendo que más que un currículo de especialista en proyectos, se podía pedir el conocimiento de una canción de Silvio Rodríguez.

Pablo Osés, por su parte, reclamaba la descolonización del pensamiento, con la conciencia de que la alternativa no será una, sino varias al capitalismo. Aunque la reflexión política debe dejar claro quién es el enemigo.

Desde el público, la intervención que más me sorprendió fue una que pidió el parecer de los ponentes sobre Ashoka y el Premio Príncipe de Asturias que ha recibido. Ambos ponentes, que conocen de primera mano la derivación que ha tomado ese asunto, fueron unánimes y clarísimos: no coinciden con la ideología, pero rechazan tajantemente la falsa denuncia al movimiento social y a los líderes del mismo.

Las estrechas redes entre Ashoka y AVINA

Recientemente se ha difundido, no sé por qué medios, un documento de Paco Puche, que a mí me ha llegado a través de uno de los difusores de su pensamiento, Arturo Martínez, que lo ha enviado por correo electrónico a las personas asociadas a Entrepueblos en la provincia de Valladolid. El documento se titula: AVINA y Ashoka, fundaciones del amianto y de los transgénicos en sus propias redes, título muy expresivo, aunque no transparenta lo que esconde. Como veremos, las redes no sólo son estrechas, sino que están completamente agujereadas. Es preciso reconstruir el argumento del escrito.

Comienza con una serie de definiciones, que aparentan ser las hipótesis de partida, aunque no son más que adornos florales que recorren todo el escrito. Son las definiciones de red, de sistema, de retroalimentación y otras, que sirven para concluir la “necesidad de aplicar el principio de precaución”, cuando se trata con entidades como las que son objeto del escrito. El mismo valor científico, es decir, ninguno, tienen los organigramas de círculos y flechas en los que está dibujado el argumento, que es el siguiente:

El punto de partida es el amianto (un producto de cuya nocividad no se discute, antes incluso de la reciente sentencia condenatoria que se ha producido en Italia). Uno de los dueños de empresas que usaron el amianto es Stephan Smidheiny, actual heredero del patrimonio familiar de una de esas empresas (se recuerda que esa familia negoció con el nazismo, con el franquismo o con el apartheid sudafricano). Y este hombre es el fundador de AVINA.

  • Hasta aquí se afirma un hecho: que el fundador de AVINA procede de una familia que negoció con el amianto. Este hecho no informa ni de las características ideológicas o morales de Stephan Schmidheiny, ni de los principios que rigen a la Fundación AVINA.

Más adelante se explica la “misión” de AVINA, que se concreta en cuatro puntos:

  • Conquistar cuatro mil millones de pobres para negociar con ellos;
  • Obtener la legitimación de los ricos por parte de los desposeídos;
  • Moldear las resistencias sociales desde dentro;
  • Que el fundador pueda huir del polvo del amianto, al aparecer como benefactor y bendecido por los jesuitas.
  • Como se puede ver, se trata de opiniones que Paco Puche vierte sobre AVINA, pero no tienen nada que ver con la “misión” que AVINA se asigna a sí misma y que se relaciona con la promoción de emprendedores, donde encuentra la vía para reducir las desigualdades en el mundo a través del crecimiento económico.

En este momento argumental se afirma que existe una identificación entre AVINA y Ashoka, porque persiguen la misma “misión” y porque tienen una alianza.

  • Interesa mucho precisar en qué consiste la “alianza”: en que Ashoka recibe financiación preferente por parte de AVINA; y en algunas palabras de destacados dirigentes que manifiestan identificación en los objetivos.
  • No es una alianza propiamente dicha, sino una semejanza y buena relación con colaboraciones habituales. Tienen origen distinto, estatutos distintos y direcciones distintas y no se habla nunca de una alianza formal.

El siguiente punto argumental es la identificación de Ashoka con la banca J.P. Morgan y con la banca en general a través de “alianzas más o menos duraderas”.

  • Esta afirmación tan rotunda se basa en un dato: que el director de Ashoka en España fue un directivo de J.P. Morgan. Pero una cosa es recibir financiación de los bancos y otra cosa es ser una fundación de los bancos. Ashoka recibe donaciones de los bancos, pero no es la Banca J.P. Morgan.

El siguiente momento argumental lleva por título “interrelaciones” y explica el camino que sigue AVINA para insertarse en el movimiento social y desbaratarlo. Lo hace a través de las Fundaciones Bill y Melida Gates y Fundación Rockefeller, que impulsaron el proyecto AGRA, de inserción de transgénicos en África, por medio de Monsanto.

  • El único elemento que liga todas esas complejas alianzas y las inserta en el movimiento social se concreta en una subvención que la Fundación Bill y Melinda Gates dieron a Ashoka en 2009, de 15 millones de dólares.
  • Ese dato es el que sirve al autor para concluir la identificación entre amianto y transgénicos, que forma el título del artículo.

Llegados a este punto, siguen las conclusiones. Primero, hay una nueva andanada de conceptualizaciones, que vuelen a ser adorno floral, pero no  apoyo teórico. De modo que casi pasa desapercibido lo esencial: que los “caballos de Troya” que introducen finalmente a ese gran capital en la sociedad son los líderes reconocidos del movimiento social, por lo que “el polvo del amianto y los crímenes masivos de la industria del mismo acompañarán a todos los que están colaborando estrechamente con ambas fundaciones”.

  • Es preciso observar que, al carecer de hechos probatorios, la relación argumental pasa a sustentarse en conceptualizaciones generales, que puede aplicarse a cualquier caso en cualquier lugar del mundo, aunque los partidarios de estas doctrinas no duden en señalar a personas y entidades concretas cuando así lo consideren conveniente.

Hay una última conclusión, la que deposita las esperanzas del fin de AVINA en la sentencia de Turín y en la resistencia de la movilización popular contra el capital.

  • El apoyo de esta conclusión es una cita de Jorge Riechmann, que se refiere al capital financiero, pero no a Ashoka, ni a AVINA, ni a Bill Gates, ni a Monsanto, ni al BBVA, ni al señor Botín.

Este es el artículo, calificado de “joya”, cuyo argumento podemos sintetizar así:

La riqueza del amianto dio lugar a la Fundación AVINA, que, asociada con Ashoka, se ha insertado en el movimiento social por medio de los emprendedores, que reciben subvenciones a través de Ashoka, para destruirlo.

Estos emprendedores van logrando persuadir a un buen número de gente, entre los que me encuentro, como se ve a simple vista, pues he afirmado mi amistad con alguno de ellos y he dado fe de su honorabilidad. Luego me veo acompañado “por el polvo del amianto y los crímenes de la industria del mismo”.

Que nos hallamos ante una argumentación alocada está fuera de duda. De lo que se trata es de demostrarlo, porque en esto, como en los juicios a Garzón, hay que aportar pruebas de la inocencia, al estar basadas las denuncias en sospechas. Eh aquí algunas razones de la perversidad del argumento:

  1.  Que Stephan Schmidheiny tenga empresas condenadas por el uso del amianto no demuestra que una asociación filantrópica creada por él tenga como misión extender el mal del amianto por el mundo. Hay que analizar los estatutos de la asociación filantrópica y, sobre todo, sus actuaciones. Los denunciantes no tratan de eso en absoluto. La única relación entre el amianto y AVINA es el dibujo de una flecha direccional, basada en suposiciones y sospechas.
  2. Que AVINA prefiera financiar a Ashoka por afinidad en sus tareas no convierte a Ashoka en una filial de AVINA. Son dos entidades distintas y Ashoka no tiene nada que ver con la persona propietaria de una empresa condenada por el uso del amianto hace alguna década. La continuidad aquí de la flecha, que quiere mostrar relación causal con el amianto, ni siquiera dispone ya de opiniones hipotéticas en las que pueda fundarse.
  3. Tampoco se dice nada de los estatutos de Ashoka, ni de las acciones que realiza. Sólo se hacen referencias al origen de algunos de sus ingresos, que proceden de diversos bancos. Habría que demostrar, como mínimo, que los bancos exigen comportamientos anti-movimientos sociales a Ashoka en su acción filantrópica, cuando se afirma eso, o habría que presentar acciones que lo acreditasen.
  4. Que Ashoka dé una beca a una persona o entidad no implica que tengan que identificarse con la “misión” de Ashoka. Mucho menos, con AVINA, sea cual sea la relación de esas dos fundaciones; e infinitamente menos, con las ideas de un burgués suizo, una de cuyas empresas ha sido condenada por el uso de amianto. Asignar a la persona o entidad becada cualquier relación con “el polvo del amianto y los crímenes masivos de la industria del mismo” es una grave calumnia, de la que deberían exigirse responsabilidades penales.
  5. Si un emprendedor afirma que Ashoka no le pide nada a cambio de la beca y si, además, los órganos colegiados de las asociaciones con las que se relaciona, lejos de imputarle ninguna sospecha de interferencia contra la movilización social, reafirman su colaboración incondicional en las tareas y objetivos de esas asociaciones, seguir afirmando lo contrario, de forma directa o indirecta, es una calumnia y un ataque a los movimientos sociales carente de toda razón.
  6. Por lo que a mí y a otras personas respecta, que hasta hace unos meses ni siquiera habíamos oído hablar de las referidas fundaciones filantrópicas, persistir en relacionarnos con ellas por el hecho de amparar a algún emprendedor o de haber contribuido a demostrar la falsedad de las acusaciones vertidas sobre Fiare, sobre Equo y sobre REAS, es calumnioso y carece de explicación lógica.
  7. Es evidente que una actitud que sigue manteniendo la calumnia, fundamentada en desorbitadas sospechas paranoicas y después de haber sido razonadamente desmentidas las falsas acusaciones, no sólo rompe la convivencia entre las personas, sino que destruye a las organizaciones, por lo que éstas deberían tomárselo más en serio.

Las Fundaciones AVINA y Ashoka comparten la ideología del capitalismo liberal, según la cual el progreso económico tiene una base importante en las personas emprendedoras, esto es, en el burgués que arriesga su capital. Es ideología capitalista pura, que, aunque había decaído un poco durante la época de construcción del Estado del Bienestar, ha recobrado nuevo brío con el neoliberalismo imperante. Como es lógico, estas Fundaciones tienen a establecer relaciones con otras similares y con empresas capitalistas, especialmente multinacionales y grandes bancos.

Como buenos creyentes en el liberalismo, las dos Fundaciones referidas tienen la misión de extender el número de emprendedores por el mundo. Al parecer, les importa poco que el gato sea blanco o sea negro. Lo que quieren es que cace ratones, es decir, que realice iniciativas empresariales, porque ahí ven la base del bienestar social. A eso dedican su dinero, dinero que obtiene de donaciones de las grandes empresas capitalistas.

Con esto que sabemos, sobran las razones para que algunas asociaciones no quieran establecer lazos con Ashoka o con AVINA, del mismo modo, no más, que no quieren establecer lazos con los bancos, con las multinacionales o con otras entidades defensoras e impulsoras del capitalismo. Entrepueblos, por ejemplo, donde estoy asociado, viene haciendo eso desde siempre, como bien sabemos las personas asociadas y las contrapartes con las que colaboramos en el mundo empobrecido.

Ahora bien, la práctica de las asociaciones solidarias y anticapitalistas no impide que se forme parte de coordinadoras o se participe en acciones puntuales, que reúnen a entidades anticapitalistas con otras que no lo son. Baste el ejemplo de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo. Entrepueblos, en concreto, no se ha sentido nunca contaminado de capitalismo por participar en esa coordinadora, donde hay muchas asociaciones a las que los izquierdistas antiguos llamarían “revisionistas” o “socialdemócratas”, en definitiva, asociaciones que no se oponen al capitalismo. Es más, estar en la CONGD nunca le ha impedido a Entrepueblos hacer los proyectos que ha deseado y defender las ideas que le son propias.

No se produce, por lo tanto, contaminación alguna por participar en redes de formaciones heterogéneas. Son las ideas y los actos propios los que expresan dónde se sitúa cada cual. Y eso es lo que hay que analizar. Sacar conclusiones, desde supuestos acientíficos, y provocar denuncias sin sustento alguno en la realidad a partir de sospechas ideológicas y no contrastadas, como hace el artículo de Paco Puche que comentamos, no pasaría de ser algo irrelevante, si no fuese acompañado de la calumnia a personas y asociaciones del movimiento social y si no estuviese provocando el daño personal y social que está haciendo. Esta es la única razón por la que nos vemos obligados una y otra vez a responder a esta alocada manía persecutoria que nos acosa.

La Teoría del Queso

La teoría del queso Gruyere, según la cual el capital internacional va agujereando el movimiento social a través de un sinnúmero de Fundaciones y de personas, éstas  normalmente despistadas o tontos útiles, comienza a extenderse y a dar sus frutos.

El primero de esos frutos, que conozco, es la rendición de Jerónimo Aguado, que ha dimitido de la presidencia de Plataforma Rural, al sucumbir al acoso de la denuncia, fundada en la sospecha, frente a la cual es imposible elaborar una defensa.

En este asunto hay algunos hechos: hay dos Fundaciones, Ashoka y AVINA, que son poco de fiar y, desde luego, forman parte de la ideología neoliberal; hay dos subvenciones de esas Fundaciones a proyectos que se realizaron en Amayuelas de Abajo (Palencia) a través de la Universidad Rural Paulo Freire y por mediación de Jerónimo Aguado; y está el mismo Jeromo, que también recibió una ayuda para continuar su labor de compromiso con el medio rural, manifestado a lo largo de más de treinta años.

Con esos hechos se construye el siguiente argumento: Ashoka y AVINA han financiado a C.I.F.A.E.S.-URPF a través de Jerónimo Aguado, luego los proyectos de Amayuelas y Jerónimo Aguado son el instrumento del capitalismo internacional, que ha minado y trata de destruir al movimiento social de resistencia.

Aceptemos todas las denuncias sobre Ashoka y AVINA, sin necesidad de detenernos en la comprobación de las mismas, por el hecho suficiente de ser neoliberales; aceptemos, después de discutirlo en su caso, que no se reciban subvenciones de esas Fundaciones ni de cualquiera otra que sea sospechosa, incluidas las Administraciones Públicas en manos del PPSOE, como escriben los críticos de esta cuerda. Pero no podemos concluir sin más que una determinada subvención ha sido utilizada en contra de los principios de la asociación que la haya recibido, si no podemos aportar algún elemento, por pequeño que sea, que lo demuestre o, al menos, que permita asentar la hipótesis. (Bueno, a no ser que apliquemos aquí esa otra teoría, que podíamos denominar de las bacterias o “principio de precaución”, con la que se concluye que todo el que haya rozado o respirado aire cerca de Ashoka y de AVINA, o de cualquiera de las múltiples asociaciones o personas que se han rozado con esas Fundaciones, ha quedado objetivamente contaminado. En este caso no deberíamos seguir leyendo, pues está todo dicho.)

¿Qué hecho concreto, qué escrito, qué actividad demuestra que C.I.F.A.E.S.-URPF han utilizado una subvención de Ashoka o de AVINA en contra de sus principios fundadores? Y en cuanto a las personas, ¿existe un dato, un solo dato que demuestre que Jeromo es un infiltrado o que ha utilizado mal una subvención? Si no se presenta un dato, si, además, todos los hechos son públicos y transparentes, si son colegiadamente tratados y aprobados, ¿cuál es el fundamento de las gravísimas acusaciones proferidas contra Jeromo y el movimiento social en el que participa?

Porque sólo faltaba que el fundamento de las denuncias, basadas exclusivamente en la sospecha, estuviese motivado por rivalidades personales, por afectos y desafectos. Sería la perfección de la argumentación insidiosa. Yo no voy a investigar ni a razonar por esa vía.

El argumento, como vemos, es poco científico, saca conclusiones rotundas de unas premisas aéreas, pero es un argumento público, que se transmite en escritos, en conferencias e, incluso, en Asambleas de asociaciones, en Ejecutivas de sindicatos o en Consejos de Administración de empresas. Y se producen respuestas, inevitablemente  ligadas a la credibilidad que a cada cual le merecen las personas o proyectos en torno a los cuales se teje la sospecha. ¿Cuáles han sido estas respuestas?

En lo que yo sé, ha habido varias posturas. Los que conocen a Jeromo y reconocen su talante bondadoso y honrado se han apresurado a preguntarle qué pasaba, y Jeromo ha dejado todos los papeles sobre la mesa, donde ya estaban, por cierto. Los que le conocen y no le quieren han aprovechado para difundir voces con rumores, por si iba calando poco a poco el argumento. Y los que no le conocen, ¿cómo han reaccionado lo que no le conocen? Muchos han dicho “algo habrá” y se han sentado a esperar el resultado (¡Cómo me recuerda aquel “algo habrá hecho” que estuvimos diciendo de las víctimas del terrorismo hasta el año 1996!). Otros han creído que el asunto no iba con ellos y no han tenido problemas en consentir que siguiera la rueda. Unos pocos, finalmente, han investigado para buscar los fundamentos del argumento.

Sé de dos entidades implicadas en la insidia con las que ha podido demostrarse la falacia a tiempo. Se trata de Equo y de Fiare. A Equo se le acusó de estar construido para desmovilizar al movimiento social por la presencia en su Consejo Asesor de Pedro Arrojo, que había recibido en una ocasión una subvención de AVINA. Pero ocurrió que Pedro Arrojo apoyó la alianza electoral de la Chunta Aragonesista con Izquierda Unida y no con Equo, con lo que la acusación falsa, sin más sostén que la sospecha insidiosa, cayó por su peso. A Fiare se le acusó de tener “alianzas” con Ashoka y AVINA y con varias otras bacterias horadadoras de queso que están contaminadas por esas Fundaciones. En este caso fue fácil demostrar que no existe ninguna de esas alianzas y ninguna contaminación, no sólo porque de hecho no existen y así lo afirmaron los responsables al ser consultados, sino porque todo el argumento se reducía a erróneas lecturas de escritos que circulan por internet.

Pudo demostrarse que la sospecha era humo, pura falacia, aunque se convirtiera en insidia y en insulto al usarla irresponsablemente en público. Pero Jeromo ha caído, porque, aunque es un militante probado, es débil y ha caído. Quizá hayan influido las respuestas recibidas ante las sospechas, ya que, por muchos que hayan sido los afectos manifestados, los silencios y las maledicencias pesan en exceso.

No sé si Ashoka y AVINA terminarán de horadar todo el queso, pero el movimiento social realmente existente en el campo español, no el de los despachos, ha quedado más que horadado. Y no sólo en el campo, porque en este asunto ha habido demasiados silencios y muy poca investigación. Eso también traerá consecuencias. No puedo por menos de dar la enhorabuena a los artífices y difusores de la falacia, que ya han comenzado a recoger sus frutos. Enhorabuena, sí; pero también lección aprendida sobre los compañeros de viaje.