SUMAR, no restar

El resultado de las elecciones del 23-J deja algunas cosas claras: Feijóo se aleja de la mayoría pronosticada; el PSOE puede llegar a formar gobierno; VOX comienza a desinflarse; SUMAR consolida una posición política; los nacionalistas vascos de izquierda crecen; los nacionalistas catalanes se hunden; los partidos del Acuerdo del Turia resisten e, incluso, mejoran dentro de SUMAR (Compromís obtiene un diputado más; la Chunta Aragonesista llega al Congreso; Mès per Mallorca también accede al Congreso; y Más País mantiene dos actas en Madrid).

Más complicada se presenta la investidura de Pedro Sánchez y la formación de un nuevo gobierno, aunque son dos cosas que pueden caminar por separado y hay suficiente tiempo para llegar a algún acuerdo, sin necesidad de recurrir a nuevas elecciones, ya demasiadas veces repetidas.

De las cosas que dejan claras las elecciones, me interesa reflexionar y opinar sobre el nuevo partido, Movimiento SUMAR (SMR), principal organizador de la coalición de 20 partidos, 6 de ámbito nacional y 14 regionales, que se presentó a las elecciones con el nombre de SUMAR. A causa del adelanto electoral, SMR se vio obligado a formar una coalición en quince días, de lo que resultó una sopa de letras, en la que era difícil visionar la unidad del movimiento, si es que esa unidad era realmente posible, porque un partido, uno solo de los seis estatales, PODEMOS, se empeñó desde el primer momento en mostrar la diferencia y en su decisión de no integrarse en SMR, sino de mantener su propia identidad, separada y diferente, lo que ha ratificado la Secretaria General apenas conocidos los resultados electorales.

Todo es respetable y todo ha de ser respetado, pero el Movimiento SUMAR debe fortalecerse como partido y emprender una dirección precisa y segura. Quien lo desee que pueda integrase en él, quien lo prefiera que pueda seguir su propio camino. El mantra de la “unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE” debe ser descartado definitivamente, primero porque no hay sopa de letras capaz de hacer creíble ese aserto y, segundo, porque SMR ha de tener una vocación mucho más transversal que “la unidad de la izquierda a la izquierda de la izquierda”. Es una cuestión de opciones, pero las bases están asentadas y las elecciones del 23-J lo han ratificado.

El nuevo partido deberá asentar algunos principios, que ya se han vislumbrado en el proceso de formación que ha seguido, conocido como etapa de escucha. Lo primero, ha de ser un partido federal, que respete e integre a las formaciones ya existentes y consolidadas en este proceso electoral: los del Acuerdo del Turia (Compromís, Mès per Mallorca, Chunta Aragonesista y Más Madrid), así como otras formaciones unitarias que puedan llegar a formarse o reconstruirse en territorios como Andalucía, Asturias, Galicia y otros lugares. Allí donde no existe esa tradición, SMR habrá de dotarse igualmente de estructura regional, añadiendo al nombre común el que se desee en cada Comunidad Autónoma.

Deberá haber un solo censo en el Movimiento SUMAR, segregado de forma federal por municipios, provincias y comunidades autónomas, porque así lo exige la estructura territorial del país y sus distritos electorales. En todo caso, se harán elecciones primarias, utilizando el censo que corresponda en cada ocasión: el estatal para las europeas; el provincial junto al estatal para las regionales y generales, diferenciando la cabeza de lista y líder a elegir de las candidaturas provinciales; el municipal para las municipales. Aunque se admita la doble militancia para aquellos partidos que no deseen disolverse, el censo oficial para cualquier proceso de primarias o para la participación en las asambleas será del censo de SMR. Lo mismo ha de regir para las finanzas, que serán únicas, repartidas por municipios y regiones. En ningún caso las finanzas deberán servir para sostener cualquier tipo de sopa de letras.

Establecidos los estatutos con estos y otros principios básicos, como son los fundamentos ideológicos, feminismo, ecologismo, cooperación, defensa de los derechos humanos, participación y democracia política, etc., debería confeccionarse el censo y celebrar una asamblea constituyente, que diese paso a la presencia del partido en cuantos municipios pudiera ser posible, con sus sedes y su actividad política permanente.

En mi estado de salud actual y con mi ya elevada edad, no tengo más posibilidad de militancia que pagar una cuota, pero no la pagaré, ni prestaré mi voto, si no se da fin a las sopas de letras y al mantra de la unidad bajo el que se cobijan. O se configura definitivamente un partido nuevo y autónomo o abandono mis más de cincuenta años al servicio de la unidad de la izquierda a la izquierda de la izquierda, bajo cuya excusa los leninistas de primera hora, sus herederos unitarios y los nuevos leninistas siempre han buscado ejercer la hegemonía.

Marcelino Flórez

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