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¿Cuándo se jodió VTLP?

1.

Podemos preguntarnos, parafraseando a Vargas Llosa en sus Conversaciones en la Catedral, cuándo se jodió Valladolid Toma La Palabra. Y tenemos una respuesta: en las elecciones de 2019. El 26 de mayo de ese año, VTLP obtuvo casi cinco mil votos menos que cuatro años antes; y eso a pesar de que el inmediato competidor, Podemos, perdió más de diez mil votos. Ninguno de estos fue a su espacio natural, la mayoría emigró al PSOE y algunos se quedaron en casa, exactamente igual que pasó con los votos de VTLP, aunque en proporciones muy distintas.

Con mucho sosiego, reflexionaba yo sobre los malos resultados de 2019 y concluía así: “Aunque del análisis se deduce que son las tempestades o los gigantes o los molinos los principales responsables, es decir, los factores externos y, por lo tanto, no controlables, no por eso se ha de deducir que TLP no tenga responsabilidades. Ser poco conocido entre la vecindad, mixtificar el nombre de la asamblea con siglas particulares, dejarse influir por conflictos externos de los partidos son cosas que se pueden corregir. Gobernar mejor va a ser difícil”.

Casi tres años después de aquella advertencia, las circunstancias externas e internas se han mantenido inmutables o se han deteriorado más. VTLP es ahora menos conocida que nunca, cosa muy normal pues no tiene personalidad jurídica, ni residencia, ni imagen alguna que ofrecer a la ciudadanía, salvo dos concejales y una concejala, que, por otra parte, ostentan a su vez otras identificaciones políticas bien diferentes de la plataforma ciudadana municipalista. Esto ya no tiene remedio, dentro de dos años la plataforma originaria estará quebrada y difícilmente podrá recuperarse, porque ha venido a ser una entelequia.

Las elecciones regionales adelantadas han terminado por hacer de VTLP una cosa evanescente. Aunque no era así, ha dado la impresión de que la plataforma municipal se presentaba a las elecciones regionales. Ello ha sido posible por el empeño de la inmensa mayoría de las personas participantes en la Coordinación y en las Asambleas. Aunque es verdad que en la Asamblea donde se decidió dar todo el apoyo a la coalición de Unidas Podemos participaron no más de 25 personas, de las que tomó la palabra no más de la mitad, todas en apoyo de la coalición. No se escuchó el silencio de la otra mitad, que para mí era atronador. Aparte de que 25 personas, entre 1500 inscritas, sólo es signo de otra cosa: que la representación es ficticia, no real.

Esta situación ha conseguido algo más: sustituir a VTLP por Unidas Podemos. Al fin y al cabo no es más que un cambio de coaliciones, donde se ha logrado incluir a Podemos, al tiempo que se sustituye a Verdes-EQUO por la nueva Alianza Verde de Juanxo López Uralde, quien abandonó EQUO después de desobedecer el resultado de un referéndum interno que le obligaba a votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez en el segundo intento, de septiembre de 2019.

De esta manera, en Valladolid se cierra el proceso de liquidación de las plataformas municipalistas, que tuvo su antecedente en las elecciones municipales de 2019, simbolizado especialmente por las transformaciones de Ahora Madrid. Es el resultado de una confrontación entre plataformas, generalmente asamblearias, y partidos, centralistas indudables en este caso.

2. La coalición regional

Estas elecciones regionales de Castilla y León no pueden ser más inoportunas para la izquierda, embarcada en un proceso de reflexión y de reconstrucción. Por lo pronto, EQUO, que está desarbolado en la región, tras la escisión protagonizada por López Uralde, y en manos de una gestora, decidió no presentarse desde el primer momento. Lo mismo hizo Más País, del que desconocemos si tiene seguidores o socios en Castilla y León. Unidas Podemos se apresuró a formalizar una coalición en esta tierra, donde no existía y donde, por el contrario, había una trayectoria de frontal oposición entre sus integrantes, especialmente en Valladolid.

Los dirigentes de ambos partidos se han esforzado por presentar esta coalición como un primer paso del “frente amplio” que busca construir la ministra Yolanda Díaz. Flaco favor hacen al proyecto de la ministra, apenas esbozado, primero por denominarle “frente”, una palabra nada inocente y extremadamente peligrosa; y, segundo, por interferir en las intenciones de Yolanda Díaz. Por lo pronto, la ministra ha tratado de desmarcarse por todos los medios. No estará en el cierre de campaña y ha programado su presencia en un solo acto, hasta ahora sin fecha.

Además de reivindicar inoportunamente a Yolanda Díaz, la coalición se ha esforzado igualmente por utilizar en beneficio propio el excelente trabajo y la buena imagen pública de la concejala y los dos concejales de VTLP. Lo expresaron así en el acto de presentación de la candidatura y lo ha refrendado el comunicado de VTLP a sus inscritos, cuyo titular es inequívoco: “Avalamos con nuestra acción de gobierno la candidatura de Unidas Podemos a las autonómicas”. Pero aquí se encierra una doble contradicción: por una parte, Podemos no forma parte de VTLP, a pesar de haber sido suplicada repetidamente su participación; y, por otra, María Sanchez, la concejala de VTLP, ocupa el segundo puesto de la lista electoral, no el primero, como sería lógico si realmente se quisiera reivindicar su buen hacer. Para acentuar la contradicción, el cabeza de lista es Pablo Fernández, leonés y no vallisoletano. No sólo se priva de la oportunidad de primarias abiertas, sino que se impone a un forastero en la lista. Mal negocio, sin duda. Se rompe una plataforma de éxito y no se atrae el voto local.

Estas elecciones no han podido ser más inoportunas.

3. El resultado

Hasta aquí, incluido este último título, lo escribí el día 22 de enero de 2022.

No lo publiqué para no interferir en el proceso electoral.

Son las doce de la noche. Acaba de terminarse prácticamente el recuento y ya conocemos el resultado. En Valladolid, Unidas Podemos ha obtenido un procurador con casi diecinueve mil votos. Los votos en la capital han sido doce mil, unos seis mil menos de los que obtuvo VTLP en las últimas elecciones municipales. Mal negocio, como augurábamos. Y esto con “unidad de la izquierda” o con “frente amplio”. Primera conclusión: dejad de echar la culpa a la unidad o a la falta de unidad para explicar los resultados. Hay otras razones y deberían existir otras responsabilidades.

Lo que ha ocurrido hoy debería provocar un cataclismo, pero ya he visto explicar que la culpa es de la ley electoral, lo que quiere decir que por ese lado hay poco que esperar. Pero a mí, eso no me interesa. Sí me importa, en cambio, la posición en la que se deja a Yolanda Díaz, quien habrá recibido, sin duda, una nueva lección sobre los “frentes”. Su habilidad le ha permitido salir menos afectada de esta catástrofe: apareció sólo un día por Valladolid, lo hizo a las 12 de la mañana y fue en Castronuño, un pueblo con más de ochenta personas represaliadas por el franquismo, que ha votado mayoritariamente a la izquierda desde las primeras elecciones y lo sigue haciendo. Esperamos con inquietud conocer las intenciones de la vicepresidenta.

La otra cosa que me preocupa y me afecta directamente es la situación de VTLP. Sólo hay dos caminos. El primero, disolverse en el seno de Unidas Podemos, como viene intentándose desde 2019. El otro, refundarse. Pero la refundación ya sólo puede hacerse desde la letra aprendida con sangre: nada de coaliciones, sólo asamblea municipalista, con personalidad propia, con una sede, con rostros visibles y con liderazgo. El problema es que esta vía sólo la ha defendido una persona en las reuniones de coordinación y en las encuestas internas. Menuda tarea nos espera.

Marcelino Flórez

¿Qué va a ser del municipalismo?

En el año 2015 se extendió por toda España un movimiento municipalista. Bien es verdad que fue un movimiento diverso y poco coordinado, aunque con algunos elementos comunes, como la participación directa en asambleas, la elección de representantes mediante sufragio abierto, la defensa de los bienes comunes o una vaga propuesta de democratización de los ayuntamientos. El movimiento pudo instalarse allí donde algunos partidos políticos renunciaron a presentarse a las elecciones municipales, cediendo su espacio a las asambleas locales. Aparte de algún pequeño partido, de asiento local o regional, sólo dos partidos políticos nacionales optaron por el municipalismo: EQUO e Izquierda Unida. El nuevo partido y muy pronto hegemónico en la izquierda, Podemos, renunció al municipalismo y optó por no presentarse o hacerlo a través de coaliciones o con siglas próximas del tipo “ganemos”, “sí se puede” o similares. Aunque en 2015 Podemos no pudo romper las alianzas municipalistas, que ya venían desarrollándose en algunos lugares, como Madrid y Barcelona, en 2019 sí logró imponer fórmulas de coalición, terminando de hecho con el movimiento municipalista en todas partes, con muy pocas excepciones.

Una de esas excepciones fue Valladolid, donde se había asentado una asamblea con la denominación de Valladolid Toma La Palabra (VTLP). La asamblea la forman personas, pero su impulso inicial corrió a cargo de los partidos participantes y de un amplio movimiento social, donde destacaba el asociacionismo vecinal. Tanto en 2015, como en 2019, esta asamblea compitió con Podemos en las elecciones, ganando con claridad en los dos momentos ( cuatro concejalías frente a tres en 2015; y tres frente a cero en 2019). Aparentemente, el municipalismo había quedado asentado en Valladolid, pero el contexto político nacional ha vuelto a ponerlo en duda de nuevo.

Al constituirse VTLP decidió inscribirse como una coalición de IU y EQUO con la denominación de Toma La Palabra (TLP). Se hizo así por razones técnicas, para facilitar el uso de las mismas siglas en toda la provincia y, de esa manera, poder acceder a la Diputación Provincial. Siempre estuvo claro, no obstante, y así se verbalizó permanentemente, que TLP se regía por las asambleas locales o provinciales, formadas por todas las personas inscritas en el movimiento, como, de hecho, ha venido funcionando. Hoy podemos afirmar que ha sido un error no haber modificado la fórmula de la coalición, dotando de plena personalidad jurídica al movimiento. El error se manifiesta de dos maneras: primero, impidiendo que se reconozca la autonomía del movimiento, de lo que no hay mejor prueba que la práctica de los medios de comunicación, que no reconocen a VTLP, sino a sus representantes municipales, en el mejor de los casos, o, lo que es más habitual, identifican el movimiento con uno de los partidos coaligados. La segunda manifestación del error es la decisión de una parte de uno de los partidos coaligados de no reconocer a la asamblea, sino de pretender relegar todo poder de decisión a los partidos coaligados, según ha manifestado a los medios de comunicación el representante oficial.

Otro elemento ha venido a enturbiar la estabilidad de TLP. Se trata de las cambiantes coaliciones políticas que existen en el Estado. En el momento actual, en el espacio político donde se mueve el municipalismo, se han formado dos coaliciones claramente diferenciadas y con la decisión de seguir caminos políticos diferentes, son Unidas Podemos, por una parte, y Más País-Verdes EQUO, por la otra. El representante provincial de una de esas coaliciones ha declarado a la prensa que ya no cederá el espacio representativo a TLP, sino que participará en las elecciones municipales con sus propias siglas. La conferencia política de una parte de la otra coalición ha decidido, por el contrario, que no presentará sus siglas allí donde haya un movimiento municipalista. Ocurra lo que ocurra, hay que tratar adecuadamente el asunto.

Las circunstancias políticas y otros factores venían poniendo de manifiesto, ya antes de 2019, la debilidad de la asamblea de VTLP, que cada vez reunía a menos gente en sus convocatorias. Sobre esa situación incidió la pandemia, acentuando la debilidad participativa al máximo. Pero la asamblea sigue siendo el único órgano de gobierno de VTLP y en su seno ha de jugarse la suerte del movimiento municipalista vallisoletano. Esperemos que la enfermedad permita que nos juntemos pronto y podamos hablar de todas estas cosas, decidiendo nuestro futuro, que yo sigo viendo lleno de esperanza.

Marcelino Flórez

Los espacios de la izquierda

Escribo para mis amigos. Si, de paso, lo lee alguien más y hasta le provoca una reflexión, bien. Pero yo escribo para mis amigos, no sólo para que confirmen cómo pienso, sino para que podamos seguir tomando vinos, sabiendo que militamos en campos distintos, en el caso de que esa sea la situación.

Cuando, hace ya casi dos décadas, Izquierda Unida dejó reducida su representación parlamentaria a dos únicos diputados, la búsqueda de la unidad de la izquierda se convirtió en la principal demanda en ese espacio político. Había una clara conciencia de que se trataba de un espacio muy plural, con idearios políticos próximos, pero con métodos, experiencias y trayectorias casi antagónicas.

Estábamos en este proceso e irrumpió Podemos, que atrajo la simpatía de la mayoría de ese espacio político y de otras posiciones más transversales. Llegó a superar los setenta diputados, cosa nunca soñada en la izquierda. Pero la ilusión fue muy pasajera. En sólo tres años, Podemos redujo su representación parlamentaria a la mitad y ello a pesar de haberse coaligado con Izquierda Unida. Las cosas comenzaron a ir cada día peor: Podemos perdió toda representación en Galicia y en el País Vasco, se rompió en Andalucía y se hizo casi residual en Madrid. Sin embargo, había llevado a su fin el recorrido político: la unidad de la izquierda plural había sido reemplazada por la nueva “casa común” de Unidas Podemos.

En Europa, al mismo tiempo, se consolidaban tres espacios de lo que se viene denominando izquierda: el socialdemócrata, el verde y el de la izquierda unitaria. En esta nueva situación, Los Verdes, antes siempre marginales, comenzaban a adquirir mayor representación cada día. Este es el contexto en el que hay que entender la situación en la que actualmente estamos en España. También aquí hay ya y definitivamente tres espacios diferentes en lo que no es derecha: el PSOE, con toda su historia, que es, a la vez, su fuerza y su debilidad; Unidas Podemos, un espacio definido de izquierda, cada vez más acotado y preciso; y Los Verdes.

La cuestión, en España, es precisar qué es eso de Los Verdes. La marca oficial europea se la ha quedado Verdes-EQUO, un partido bien pensado en su origen, pero que ha sido siempre marginal e, incluso, insignificante. Su presencia política ha dependido habitualmente de las coaliciones de las que ha formado parte, donde ha estado en minoría y poco menos que de prestado. La Conferencia Política celebrada los días 5 y 6 de junio ha decidido fortalecer la alianza con Más País, donde la ecología política se vislumbra como el eje articulador del pensamiento y de los programas electorales.

Además del pensamiento político, definido prioritariamente por la ecología política, el nuevo espacio verde, que trata de construir EQUO con sus alianzas, tiene una connotación metodológica que marca una diferencia esencial con los ámbitos de las otras izquierdas. Frente al centralismo y la configuración jerárquica, que ha sido la seña de identidad de Podemos, manifestada, por ejemplo, en la obligación de introducir sus siglas en cualquier alianza, el nuevo espacio verde que se construye es de naturaleza decididamente federal. Eso se concreta en respetar y apoyar a las formaciones municipalistas allá donde existan o en aliarse con las ofertas políticas regionales existentes, siempre que sitúen el ecofeminismo como elemento articulador de sus proyectos políticos. “Será flexible y respetuoso con las realidades existentes en cada territorio, para abordar las elecciones locales y autonómicas”, dice la Conferencia Política.

Nada, pues, de nacionalismo; nada de izquierdas; nada de centralismo, aunque se diga democrático. Todo para la autonomía regional de municipios y regiones que optan por el cuidado de las personas y de la naturaleza; y búsqueda de la confluencia estatal bajo esos mismos principios ideológicos y metodológicos. “Construirá un proyecto de país para las elecciones generales, cuyo traslado al campo electoral se hará teniendo en cuenta las realidades territoriales en su conjunto, con unos mínimos garantizados en conformación de listas, cargos electos y técnicos, reparto económico, gestión de la coalición, adopción de decisiones, etc. para todas las partes que componen la coalición”, dice la Conferencia. Lo miso se prevé para las elecciones europeas, con una concreción: “Y concurrirá conjuntamente a las elecciones europeas, integrándose en el Grupo Verde del Parlamento Europeo”.

Se acabó, pues, el mantra de la unidad de la izquierda. Cada palo ha de aguantar su vela y los pactos, si hay que unir minorías de gobierno, se hacen en Ayuntamientos, en Comunidades Autónomas y en el Congreso de los Diputados. Esto es así y cuanto menos nos engañemos, mejor.

Marcelino Flórez

Comienza el desorden

Equo es un proyecto fracasado. Los afiliados lo sabemos, porque nunca hemos necesitado más dedos que los de las manos para contar a los asistentes a las reuniones y a los inscritos en las listas. La sociedad también lo sabe, porque ha podido ver los apoyos electorales, siempre escasísimos. Seguramente Equo fracasó porque, antes de que se hubiese consolidado, apareció Podemos, que fue un proyecto triunfador desde el primer día. Bueno, algo habrán tenido que ver los medios de comunicación y la propia militancia. No me importan las causas, me importa el hecho: Equo no se ha consolidado como oferta política.

En el caos político que existe desde hace seis u ocho años, Equo ejerció de pegamento entre la izquierda, favoreciendo los pactos de coaliciones electorales. Ha sido una labor meritoria y Equo ha recibido más de lo que ha aportado. De hecho, ha logrado subsistir gracias a las migajas económicas y mediáticas que la coalición ha reportado. Al ponerse en duda las coaliciones existentes con la irrupción de Más Madrid, Equo entra en un desequilibrio demoledor. Pronto lo vamos a ver.

En la fase de coaliciones, las desavenencias internas fueron ya una constante en Equo. Se produjo una ruptura primera en 2016, que se personificó en la división entre Floren Marcellesi y Juantxo López Uralde. En el proceso electoral múltiple de 2019, la ruptura ha sido la norma, ejemplificada de forma perfecta en las elecciones europeas, al querer ir unos con unos y otros con otros, de lo que resultó no ir a ninguna parte. Se salvó Madrid en esa vorágine electoral, donde una amplia mayoría de personas afiliadas de Equo, con los líderes a la cabeza, se insertaron en las listas de Más Madrid y contribuyeron a la creación de este partido, cuyo origen son las confluencias, algo bien distinto de las coaliciones. Ahora son concejales en muchas localidades madrileñas y procuradores en la Comunidad Autónoma. La mayoría de estas personas estaban en la asamblea del domingo 22 e Inés Sabanés, la concejala madrileña, ejerció de portavoz. Ese gesto ha hecho estallar la contradicción.

Juantxo López Uralde ha contestado en los medios con toda premura y dureza a Inés Sabanés. Que si los estatutos no permiten la doble militancia, que si mucha gente está en desacuerdo con Errejón, que si la ejecutiva está a su favor y, por eso, no la expulsan, que no cabe para él más opción que la coalición con Podemos y que «si se toma otra decisión yo no estaré».

El problema para Juantxo es que en Equo ha habido un referéndum. Cuando Podemos hizo su referéndum, IU y Equo se vieron obligados a hacer lo propio. Al ser una decisión no coordinada, cada partido propuso unas peguntas diferentes. Las de Equo fueron: «votar a la investidura», «votar en contra de la investidura», «votar en el mismo sentido que Unidas Podemos». Sólo participaron 692 personas, cosa que es habitual; y ganó por goleada, el 70 por 100 en números redondos, «votar la investidura», con 484 votos; quedó en segundo lugar la opción por la unidad con la coalición, 171 votos; y fue insignificante la opción por el no a la investidura, 37 votos. Aunque los resultados eran evidentes y las preguntas clarísimas, el único representante parlamentario de Equo no ha hecho caso de los mismos. Más desorden y más quiebra es imposible encontrar.

En este contexto, irrumpe en la escena Más Madrid, uno de cuyos componentes significativos es el personal de Equo en la región. No sólo están en Más Madrid, sino que ejercen de portavoces. Mientras tanto, Equo tenía convocada una asamblea extraordinaria para los días 26 y 27 de octubre, donde se «renovarán los cargos de la Comisión Ejecutiva Federal y se sentarán las bases de la renovación del partido». Para la aprobación del reglamento de esta asamblea se ha hecho una consulta, que apenas ha rebasado la cifra de 200 participantes, lo que no deja de ser una muestra del desánimo y el desorden reinante. Yo mismo no me he dado de baja aún, por si hubiese que participar en alguna votación relevante en fechas próximas. Pero todo indica que la «renovación del partido» no va a esperar a la asamblea de octubre, sino que se resolverá en el desorden reinante.

Marcelino Flórez

La avaricia rompe el saco

Lo advirtió el martes Aitor Esteban: la avaricia rompe el saco. Y se rompió.

Tengo que comenzar diciendo que no soy yo el que le ha escrito el discurso al candidato a la investidura, aunque haya seguido la misma lógica que usé yo en mi escrito anterior sobre el relato. Pedro Sánchez ha explicitado los pasos que ha dado: renuncia a una investidura con simple programa general; renuncia a negociar un programa de gobierno para cuatro años; renuncia a la oferta de altos cargos en la Administración; renuncia a un gobierno de independientes con propuestas de UP. Luego vino la consulta a los inscritos, la renuncia de Pablo Iglesias y las propuestas de gobierno de coalición. Sin acuerdo.

Ha dicho otra cosa el candidato: la investidura no debía de haber tenido precio. Eso mismo pienso yo. Y más, el programa de gobierno también podía haber ido sin precio. Hacía falta confianza para eso. Pero la estrategia era otra y el resultado lo escribí ayer y lo ha dicho el candidato hoy: «el planteamiento del proceso estaba tan mal hecho, que sólo había sido capaz de generar desconfianza y el resultado iban a ser dos gobiernos paralelos. Un camino cerrado». Acerté.

Lo malo del acierto de mi análisis es que eso vale para hoy y para los sesenta días siguientes. Ya no podrá haber nunca un gobierno de concentración entre PSOE y Unidas Podemos. Lo que ha ocurrido este 25 de julio es como una segunda palada de cal viva. Y con los mismos protagonistas, tanto personales, como colegiados. Una segunda vez ya es para siempre, se reconozca o no el error.

Habrá muchas consecuencias, aunque una parece segura. El gobierno de concentración ya no es posible. Pedro Sánchez ya no es candidato. Podría buscarse un acuerdo de investidura o, incluso, un pacto de legislatura con un programa de gobierno. Para ello, deberían aparecer mediadores capaces de lograrlo. Tengo poca esperanza, aunque conservo un hilo.

Las otras consecuencias son para la coalición de UP. El uso arbitrario que Podemos ha hecho de la coalición, cuya concreción más evidente fue la consulta a sus bases, representa de hecho la ruptura. Puede que las cúpulas no lo decreten aún, pero las bases ya lo han decretado. Las consultas de EQUO y de IU no ofrecen dudas acerca de los deseos de su afiliación: apoyar la investidura. López Uralde no tiene excusa para no haber votado sí; Alberto Garzón y sus seis compañeras podrán excusarse con la formulación de la pregunta, pero el espíritu era clarísimo, el 78 por 100. Así que no sólo se rompe la coalición, sino que entran en barrena los partidos que la forman. No digo nada lo que pensarán sus votantes.

La reconstrucción de la izquierda empieza hoy. Y esta vez no podrá hacerse mediante coaliciones de viejos partidos con la soberbia de otros nuevos. Esta vez será confluencia o no será. En Madrid ya lo han ensayado y la puerta está abierta. Lo malo es que nos van a dar sólo tres meses.

Marcelino Flórez