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Motivación para participar en Fiare

En la Jornada sobre “Innovación Ética en la financiación de las empresas”, que organizó la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid el día 14 de diciembre de 2012, me pidieron que contara brevemente dónde había encontrado la motivación para participar en Fiare. Llevaba un esquema para contarlo, pero la brevedad hubo de reducirse al extremo, por lo que lo redacto para que lo conozcan las amistades.

Mi participación en Fiare es el resultado lógico de la militancia en el movimiento social. Me inserté en el pacifismo con motivo de la campaña contra la OTAN en el referéndum de 1986. Nunca milité mucho en el pacifismo, pero aprendí una cosa: que mi dinero no podía usarse para la guerra; ni un solo ahorro invertido en armas, en comercio de armas o en campañas militares. Hace más de veinte años que cotizo en alguna asociación ecologista. Tampoco ahí he sido muy militante, salvo la participación en campañas puntuales, como la lucha contra el horno incinerador de basuras en la Tierra de Campos vallisoletana o, más recientemente, contra el intento de instalar en la misma zona un cementerio nuclear. El movimiento ecologista me ha enseñado, no obstante, a entender y practicar el consumo responsable. Por eso, prefiero escuchar a Equo, que me pide no sobrepasar los ciento diez, que al PP, que me ofrece poder ir a ciento cuarenta. Milité un poco más en el sindicalismo de clase y allí aprendí, entre otras cosas, a no comprar un producto si sabía que se había producido con la explotación de los trabajadores, mucho más si eran niños y niñas. Aprendí también a mirar el mundo con los ojos de las mujeres y entender el abismo de la desigualdad de género, incrustado hasta los huesos en la sociedad. Donde más cosas he aprendido ha sido en la acción a favor de los Derechos Humanos, sobre todo, a través de la cooperación con el mundo empobrecido. Conceptos como soberanía alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a decidir su alimentación, comercio justo o buen vivir, forma práctica en la que los indígenas americanos concretan el feo concepto europeo del decrecimiento, esos conceptos, digo, me enseñaron que otra economía era posible, una economía solidaria y cooperativa, no sólo las formas competitivas y destructoras que nos dominan.

Por todo ello, cuando la Coordinadora de ONGDs organizó el 4 de octubre de 2008, una jornada sobre Banca Ética, no dudé en apoyar la presencia de Entrepueblos y en aceptar ser uno de sus recursos humanos desde las primeras reuniones para iniciar una banca ética en Valladolid. El afán de un pequeño grupo de personas y de asociaciones hizo posible la construcción de Fiare de Castilla y León en los primeros meses de 2009. El movimiento social me condujo, pues, a la Banca Ética Fiare, donde no sólo no se invierte en guerra ni en destrucción de la naturaleza ni en explotación laboral, sino que se construye economía solidaria y alternativa. Era lo lógico.

La participación en Fiare ha consumido algo de mi tiempo y de mi dinero, pero es mucho menos que las satisfacciones que me ha aportado, algunas de las cuales se pusieron en evidencia en los mensajes de las personas que participaron antes de mí en la Jornada del 14 de diciembre de 2012. Noté, lo mismo que el resto de la sala, la alegría que produce hablar de cosas buenas. Por eso, inicié mi intervención diciendo, como suele decir Manuel Espinilla en Entrepueblos, que había entre las personas presentes muchas que eran de Fiare, aunque no lo supieran. Esta satisfacción está muy próxima a proporcionarnos una nueva alegría: antes de que acabe el año 2013 Fiare será la quinta área de Banca Popolare Ética, cuya integración está culminándose en estos días.

Tendremos, pues, en 2013 una banca ética insertada en la economía solidaria y en manos del movimiento social transformador. No por eso, sin embargo, renunciamos a construir otras alternativas. Seguiremos desarrollando los préstamos entre particulares, como hemos hecho, por ejemplo, con la furgoneta de Ecogermen o con los avales que necesitó FeCEAV. Justo antes de hablar yo, Amparo Martín expresó las satisfacciones solidarias que había proporcionado a las gentes de FeCEAV el préstamo recibido y devuelto según todos los plazos y pasos marcados. La satisfacción procedía no del éxito del préstamo, sino de la constatación de que existe la solidaridad. Yo, que participé en el impulso de ese crédito, tuve otra satisfacción más, al comprobar el compromiso que asumía la gente de FeCEAV y de su entorno. Lo esperaba, pero sobrepasó lo esperado.

Esta vía de los préstamos altruistas entre particulares la vamos a seguir desarrollando y hemos dado un paso adelante, cuando Fiare-CyL se reunió con una decena más de organizaciones y con más de treinta personas para hablar de ello y ayudarse mutuamente en Santa Fe los días 20 y 21 de octubre de 2012. Otro paso en esta misma dirección era el que estaba a punto de culminar, la creación por parte del Ayuntamiento de Valladolid, con el apoyo de todos los grupos políticos que lo forman, de un “Fondo para el emprendimiento social en Valladolid”. Fiare-CyL será la encargada de gestionar ese fondo, conforme a sus criterios éticos. Esto quiere decir que tendremos cuarenta mil euros para conceder pequeños créditos, con la garantía, a diferencia de otros, de que estos microcréditos serán éticos y contribuirán a crear valor social o no serán posibles. Como despedida he de decir que si en 2008 ya estaba motivado, ahora con tanta gente que es de Fiare, sabiéndolo o no, lo estoy mucho más.

Marcelino Flórez

 

Tesis contra el microcrédito

La invasión se extiende imparable. El microcrédito lo llena todo: la Universidad, el Ayuntamiento, los Institutos de Educación Secundaria, el asociacionismo solidario, la calle. Pero el microcrédito está lleno de trampas. Aquí sintetizamos algunas tesis que pueden encontrarse en la literatura crítica.

  1. El microcrédito, en tanto que ideología económica relacionada con el empobrecimiento, transfiere la responsabilidad de la pobreza a los propios pobres, exonerando así de responsabilidad a los poseedores de la riqueza.
  2. La ideología del microcrédito, que es el liberalismo exacerbado, deja de analizar las causas y raíces de la desigualdad social y, por lo tanto, deja de combatir el mal en su origen, haciendo que se reproduzca interminablemente.
  3. El descubrimiento de la ideología del microcrédito está sirviendo a los Estados para canalizar por esa vía la ayuda al desarrollo y la cooperación internacional, sin tener en cuenta las graves consecuencias que ello acarrea.
  4. El microcrédito no puede utilizarse en ningún caso para satisfacer necesidades básicas: alimentación, educación, salud o vivienda. Las instituciones financieras liberales no atienden a este límite ético, al tiempo que los Estados y las instituciones internacionales, con la excusa del crédito, se desentienden de la obligación de satisfacer esas necesidades básicas, como tienen comprometido ante las Naciones Unidas.
  5. El microcrédito produce un endeudamiento permanente de los perceptores, que pasan a depender para siempre de las finanzas y de sus dueños, como constata la experiencia.
  6. La iniciativa en el microcrédito es un elemento para definir la valoración moral del mismo. Si la iniciativa es el liberalismo, el resultado es la reproducción de lo que existe: más pobres y más numerosos; menos ricos con más riqueza.
  7. La ideología del microcrédito desoye toda idea relacionada con el consumo responsable y los límites del crecimiento, acrecentando los graves problemas que sufre la naturaleza y que perjudican en mayor medida al mundo empobrecido.
  8. Del mismo modo que en las finanzas se habla de un uso ético y social de las mismas, el que encarna la banca ética, en el pequeño crédito la presencia o ausencia de principios éticos determina su cualidad moral.
  9. Tanto por la iniciativa, que procede del sistema bancario y de los gobiernos liberales, como por los objetivos, que incluyen la maximación del beneficio a través de intereses desorbitantes, la ideología del microcrédito no merece el apoyo de la economía solidaria y del asociacionismo de cooperación.

El Derecho al Crédito

El día 24 de septiembre de 2011 participé en una jornada, organizada por Fiare de Castilla y León, sobre el derecho al crédito. Desde el principio nos sumergimos en un baño de realismo, dejando claro que la economía social y la banca ética no son la alternativa al capitalismo, sino pequeñas semillas para ir construyendo un cambio social. A partir de ese realismo, se enfocó el derecho al crédito con un método de análisis crítico. En la reflexión, el primer elemento crítico que se nos propuso fue la necesidad de atender a la iniciativa y al contenido cuando se habla de créditos. Existe una iniciativa liberal, la que parte del libre mercado, que, cuando piensa en créditos, siempre lo hace para asegurar clientes a la banca, aunque haya que enmascarar la propaganda con ropajes verdes, pacifistas u obreristas. Hay otra iniciativa, la que forma ese complejo mundo del microcrédito, que concibe el crédito como un elemento reparador de la desigualdad en el acceso a las oportunidades. El uso de este sistema consigue insertar en el sistema bancario a quienes antes no estaban allí, pero a costa de perpetuar indefinidamente la dependencia del crédito, o sea, a costa del endeudamiento. Hay una tercera forma de iniciativa crediticia, que es transformadora, la que concibe el crédito como una herramienta política para el cambio social. Aquí se inserta la banca ética y, si bien hay distintas formas de banca ética, el criterio más clarificador para diferenciarlas de otras formas bancarias, así como a las distintas bancas éticas entre sí, es precisamente el crédito. Qué personas y qué proyectos reciben los créditos es el baremo de la banca ética.

Hay que partir, por lo tanto, al hablar del crédito, de la legitimidad que revisten aquellos que tienen la iniciativa. La legitimidad social, por ejemplo, es distinta cunado el origen del crédito es un banco controlado por grandes propietarios de dinero y guiados por el afán de lucro, que cuando el origen es el asociacionismo solidario guiado por valores entre los que no se incluye el afán de lucro. Hay que observar también la legitimidad ética. Por ejemplo, tenemos que pensar qué nos está exigiendo la doctrina económica del decrecimiento a la hora de pensar en el crédito. Y nos está diciendo que la multiplicación del patrimonio hasta el infinito, como desea la codicia financiera, no es posible, que la naturaleza está al límite y que seguir pensando en la remuneración máxima del capital, además de imposible por los propios límites naturales, es una barbaridad ética.

Se trata de hablar del derecho al crédito, que se halla en la frontera de los derechos emergentes. Y si lo reclamamos ya como un derecho, ha de ser porque existen unos bienes a proteger y unos retos éticos que cumplir. Los bienes a proteger no pueden ser las necesidades básicas, porque esa es una obligación de los Estados. La alimentación, la salud, la enseñanza, la vivienda, la protección de la infancia, de la vejez o de la dependencia son obligaciones de las Administraciones Públicas, que no pueden ser objeto del crédito. Éste ha de cumplir la función que, según el proverbio atribuido a los chinos, cumple la caña respecto a los peces para la alimentación; es decir, el crédito en tanto que derecho ha de ser entendido no como un instrumento para el asistencialismo, sino para la emancipación personal y la transformación social. Si nos fijamos en las demandas éticas del crédito, para ser reconocido como derecho, es evidente que hay que descartar el afán de lucro y no sólo los malos usos tradicionales del dinero que se invierte en armas o en la destrucción de la naturaleza. En este momento, hay fondos de inversión destinados a financiar los microcréditos, lo que constituye una prueba perfecta de la ambigüedad y de las limitaciones éticas de ese instrumento financiero.

Cuando Fiare-CyL organizó la jornada del 24 de septiembre, lo hizo con la vista puesta en la Cumbre del Microcrédito, que nos amenaza en Valladolid. A este respecto, hay alguna cosa que ya está clara:

–          El crédito, sea pequeño o grande, puede ser esclavizador o liberador. Eso depende de la iniciativa de la que proceda y de los objetivos que persiga; es decir, depende de que sea ético o no.

–          En lo poco que se ha evaluado al microcrédito hasta ahora, sí sabemos:

  • Que no es de fiar, por el origen de la iniciativa, dominantemente bancaria y gubernamental.
  • Que genera dependencia financiera en las personas que lo utilizan, provocando un endeudamiento sin fin.
  • Que prolonga los males del capitalismo financiero, transparentados mejor que nunca con la crisis actual, al guiarse por el afán de lucro. Debe saberse que los tipos de interés del microcrédito oscilan entre el 20 y el 80 por ciento.
  • Que desoye los principios básicos de la equidad social y de la protección de la naturaleza.

Además, el recurso ideológico al concepto de microcrédito, enmascarando la realidad como si se tratase del bien universal que salvará al mundo de la pobreza, está sirviendo ya a los gobiernos de los países ricos para ir dejando a un lado su compromiso en la lucha contra la pobreza, abandonando la aportación del 0,7 por 100 de su riqueza para combatir la desigualdad, como tienen comprometido ante las Naciones Unidas.

Por eso, Fiare-CyL y las asociaciones de cooperación desligadas de gobiernos, de empresas y de grupos de presión ideológicos o de otro tipo, han dicho a banqueros y gobernantes que no usen su rostro solidario para defender las ideas y las prácticas del capitalismo financiero global. De manera que, más que nunca, podemos afirmar que esta cumbre no es nuestra cumbre.

Jornada sobre microcréditos en Valladolid

 Jornada Microcréditos

El día 13 de junio se celebró la jornada prevista sobre microcréditos, organizada por la Oficina de Cooperación de la UVA (Universidad de Valladolid), a propuesta de la Coordinadora de ONGDs de Castilla y León. Hubo dos conferencias, la primera de Fernando Rodríguez, de la USAL, y la segunda de Jaime Durán, de la UAM.

Fernando Rodríguez hizo una exposición académica y descriptiva, pero fuertemente defensora del sistema de microcréditos. Hizo dos consideraciones de entrada: una, la constatación del fracaso de la cooperación, que no ha producido cambios significativos, por su carácter “imperialista”; la otra, que la doctrina económica asegura que una base esencial del crecimiento es el ahorro.

Esta última idea es la que movió a Yunus a iniciar, con dinero de su propio bolsillo, lo que pronto sería el GRAMEEN BANK. Al dinero de Yunus enseguida se unió la Fundación Ford. Y uno no tiene más remedio que pensar que estamos ante gente muy generosa o ante gente que quiere vender más coches.

Antes de definir el microcrédito, nos informa de su magnitud: entre 92 y 190 millones de prestatarios, y centenares de millones de dólares en circulación. Una cosa muy importante.

Nos cuenta después que hay dos modelos y “medio”, representados por el Grameen Bank y por Acción Internacional, los modelos. El “medio” sería COMPARTAMOS.

El Grameen Bank busca el aval del grupo, o sea, la red social local: grupos de cinco personas, coordinadas en 8 grupos; un total, pues, de 40 vecinos. Tiene un incentivo dinámico: el crédito creciente. Desarrolla objetivos laterales, como enseñar a escribir. Y, sobre todo, se centra en los pobres, en los más pobres entre los pobres.

Acción Internacional no se dirige a los pobres, sino preferentemente a autónomos y pequeñas empresas. Se preocupa de la gestión y, para ello, se convierte en accionista de pequeños bancos. Esa tarea le ha reportado, en algunos casos, muy buenos beneficios, al vender las acciones.

Los dos modelos de microcréditos, por lo tanto, son:

–         El que busca mejorar las condiciones de los pobres, que no es sostenible y depende siempre de los donantes;

–         Y el que trata de ser una herramienta para el desarrollo, creando empresas sostenibles, para lo que necesita donantes iniciales solamente.

COMPARTAMOS es modelo intermedio, pero es la entidad con más clientes, con más activos financieros y con muy buenos beneficios.

Era muy difícil preguntar, porque no entraba en el guión del ponente, pero no nos podíamos resistir. Así fue como tuvo que contestar a la pregunta sobre los intereses, que, en el caso de COMPARTAMOS, rondan el 85 por 100; y lo mismo ocurre con todos los modelos. Intervino en este momento una persona de la sala, hasta entonces desconocida y que resultó ser Jaime Durán, que justificó esos márgenes de interés, porque, según aseguró, los usureros locales prestan a más de 200 por 100. ¡Estupendo!, una liberación, como se puede ver.

Llegamos, así, a la definición del microcrédito, primero en términos positivos y, después, en términos negativos:

–         Es un crédito sin las garantías tradicionales

–         Posibilita el acceso al crédito a las personas no bancarizadas

–         Es de pequeñas cantidades

  • No es un regalo
  • No es sin garantías
  • No es para mujeres
  • No es a bajo interés
  • No es para pequeño consumo
  • No es una actividad altruista

Introdujo, marginalmente el concepto de micro-finanzas, que incluye el micro-crédito, el micro-ahorro y los micro-seguros o las micro-remesas y otros similares.

Supimos, finalmente, que hay unas 5.000 entidades en el mundo que practican el microcrédito y que ninguna de ellas es sostenible. Y conocimos también a los donantes: Agencias bilaterales, bancos multilaterales, Fundaciones e Inversores con distintos intereses. Vaya, algo así como la Virgen del Carmen. Digo yo, si tanto interés tienen en terminar con la pobreza, ¿por qué no repartirán su riqueza esos donantes bienhechores?

La multitud de excusas en las que se enredó para justificar la ausencia de evaluaciones del microcrédito resultó ser la prueba del nueve de sus tesis.

La intervención de Jaime Durán tuvo un tono distendido y trató de contarnos cómo se hace un banco de microcréditos, basándose en su experiencia. Esta experiencia incluye el trabajo para la Cruz Roja durante varios años, un tiempo con Yunus y la organización de un microcrédito en Tanzania con una pequeña Fundación.

Lo primero y más interesante fue el punto de partida: el microcrédito, dijo, es un buen instrumento para la cooperación, pero hay que reconvertirlo. Esto, traducido, significa que lo que existe es carnaza bancaria y se necesita insuflarle ética. ¿Será esta la razón por la que desean con tanto ardor la presencia de las ONGs en la Cumbre del Microcrédito en Valladolid?, me pregunto.

Quedó claro que el microcrédito es una sucesión de créditos, normalmente de periodos semanales; y que dependen siempre de las donaciones. Esto es, se trata de una forma de gestionar las donaciones, que se considera más eficaz. Ya sólo nos falta la evaluación para comprobar esa eficacia.

Las cuestiones esenciales que nos preocupan en Entrepueblos quedaron sin solución o, incluso, sin plantearse:

–         Lo primero, la opción por el crecimiento como forma de desarrollo, en clara contradicción con la defensa del post-desarrollo, en la que estamos.

–         También, la enorme sospecha que tenemos de que encuentre una justificación más el abandono de la financiación de los servicios sociales y del acceso a los bienes naturales, al derivar el uso del dinero de la cooperación hacia el crédito. Seguro que por esta vía llegan al 0,7.

–         Nos asombra la ausencia de toda referencia a economía alternativa y solidaria e, incluso, la ausencia de cualquier tipo de criterio ético en los planteamientos.

–         Lo que aparece fuera de toda duda, aparte del negocio bancario, es la trasferencia de la responsabilidad de la pobreza a los propios pobres.

En conclusión, la jornada fue muy esclarecedora, porque sirvió para conocer los entresijos de los pequeños créditos y porque nos reafirma cada vez con más fundamento en las sospechas que nos producen los defensores del crédito en pequeñas cantidades.

Marcelino Flórez, 13 de junio de 2011