Dice el Partido Popular que ha ganado las elecciones. Digo yo que tal vez gane algún amigo en cuanto la soberbia y la propaganda den paso a la realidad. Quien dice que ha perdido, y así es, es el PSOE. Lleva trabajando esta derrota desde el 10 de mayo de 2010 y, al fin, ha conseguido lo que perseguía: una derrota sin paliativos. Esto es lo más importante, desde el punto de vista español, de estas elecciones: el principio del fin del bipartidismo. No obstante, tanto un partido como el otro tienen aún larga vida por delante.
El segundo hecho relevante de las elecciones es el triunfo de Podemos, un triunfo mucho mayor que los cinco diputados conseguidos. Podemos ha sido el cauce político de la protesta que inunda las calles. Todo un éxito. Ahora le corresponde dirigir la tarea de construir una alternativa real de gobierno desde la izquierda. A mis amigas y amigos les advertía yo que ésta era una de las cosas que se dilucidaban, respecto a España, en estas elecciones. Ha sido Podemos el elegido para liderar el futuro, ni más ni menos.
Izquierda Unida no sólo ha vuelto a tocar techo, sino que, al abrirse otras vías para la unidad, ha perdido definitivamente la oportunidad que, un día tras otro, se le venía ofreciendo desde 1986. Ahora tendrá que clarificar si es un partido o si son varios partidos y, sobre todo, si quiere participar en la unidad real, la que no pende nunca del centralismo democrático, sino del mero voto democrático. IU ha tocado techo y tiene un suelo quebradizo: bastará una imagen menos arcaica del PSOE para que se le escape un buen puñado de votos. El triunfo de IU en estas elecciones es muy parecido al del Partido Popular. En muy poco tiempo, la realidad se impondrá.
Y nos queda Equo, el gran derrotado de la izquierda, tanto como el PSOE, con una diferencia, que el mensaje y la campaña han sido incomparablemente mejores. Por eso, precisamente, la derrota de Equo es más importante y no sé si más significativa. La mejor explicación de esta derrota es el fracaso del pacto electoral. Primavera Europea ha sido una chapuza de arriba abajo. No hace falta decir una palabra para explicar el error de insertar a “partidos” como el “castellano” o las escisiones socialistas de Extremadura y otros lugares. Entre estas chapuzas, sólo Caballas ha demostrado ser algo más que una reunión de amigos. Pero son los dos grupos principales de la coalición los que han dado pruebas de debilidad: Compromìs ha pasado del tercer puesto de partida al sexto. Le han superado Izquierda Unida, Podemos y UPyD. ¡Qué difícil se le ha puesto en la Comunidad Valenciana a Compromìs! Y la Chunta exactamente igual. Con esta cooperativa, Equo ha quedado desdibujado y no ha cumplido la tarea encomendada: dirigir el descontento social, pero europeísta. Todo, incluso el nombre, ha sido ocultado por el localismo, que se dice nacionalista. Un error de bulto.
Equo, sin embargo, existe y representa la nueva era política mejor que cualquiera en la izquierda: nadie, salvo Equo, opta por el decrecimiento; es el primero y el más radical en la democracia directa, tanto en primarias, como en elaboración de programas; sus líderes son coherentes como el que más. Pero ha fracasado. No vale consolarse con haber obtenido un diputado. Eso servirá algo en Europa, pero en España es nada. Queda, por lo tanto, aceptar la derrota y ponerse a trabajar para la unidad, no como líderes, que no lo ha querido la población, pero sí como convencidos, que la razón no ha sufrido ninguna derrota en este caso.
Marcelino Flórez