Este razonamiento es difícil encontrarlo por ahí:
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Cruzada
Seguimos con el crowdfunding.
Nos quedan veinte días y hay que contarlo. Cuando acabe el proceso, será más difícil hacerse con el libro, que se imprimirá «a la demanda».
https://www.verkami.com/projects/32926-cruzada-la-falaz-justificacion-de-una-guerra
Cruzada, falaz justificación
Os comunico que estamos intentando llevar adelante la publicación de un libro mediante pequeños mecenazgos. Es la forma de poder distribuirlo para quienes no estamos insertados en las instituciones académicas o mediáticas. Así que, os invito a apoyarlo y a difundir el proyecto. Además, será una forma de observar la capacidad de las pequeñas redes para ir cambiando cosas.
Aquí está toda la información: https://www.verkami.com/projects/32926-cruzada-la-falaz-justificacion-de-una-guerra
Los espacios de la izquierda
Escribo para mis amigos. Si, de paso, lo lee alguien más y hasta le provoca una reflexión, bien. Pero yo escribo para mis amigos, no sólo para que confirmen cómo pienso, sino para que podamos seguir tomando vinos, sabiendo que militamos en campos distintos, en el caso de que esa sea la situación.
Cuando, hace ya casi dos décadas, Izquierda Unida dejó reducida su representación parlamentaria a dos únicos diputados, la búsqueda de la unidad de la izquierda se convirtió en la principal demanda en ese espacio político. Había una clara conciencia de que se trataba de un espacio muy plural, con idearios políticos próximos, pero con métodos, experiencias y trayectorias casi antagónicas.
Estábamos en este proceso e irrumpió Podemos, que atrajo la simpatía de la mayoría de ese espacio político y de otras posiciones más transversales. Llegó a superar los setenta diputados, cosa nunca soñada en la izquierda. Pero la ilusión fue muy pasajera. En sólo tres años, Podemos redujo su representación parlamentaria a la mitad y ello a pesar de haberse coaligado con Izquierda Unida. Las cosas comenzaron a ir cada día peor: Podemos perdió toda representación en Galicia y en el País Vasco, se rompió en Andalucía y se hizo casi residual en Madrid. Sin embargo, había llevado a su fin el recorrido político: la unidad de la izquierda plural había sido reemplazada por la nueva “casa común” de Unidas Podemos.
En Europa, al mismo tiempo, se consolidaban tres espacios de lo que se viene denominando izquierda: el socialdemócrata, el verde y el de la izquierda unitaria. En esta nueva situación, Los Verdes, antes siempre marginales, comenzaban a adquirir mayor representación cada día. Este es el contexto en el que hay que entender la situación en la que actualmente estamos en España. También aquí hay ya y definitivamente tres espacios diferentes en lo que no es derecha: el PSOE, con toda su historia, que es, a la vez, su fuerza y su debilidad; Unidas Podemos, un espacio definido de izquierda, cada vez más acotado y preciso; y Los Verdes.
La cuestión, en España, es precisar qué es eso de Los Verdes. La marca oficial europea se la ha quedado Verdes-EQUO, un partido bien pensado en su origen, pero que ha sido siempre marginal e, incluso, insignificante. Su presencia política ha dependido habitualmente de las coaliciones de las que ha formado parte, donde ha estado en minoría y poco menos que de prestado. La Conferencia Política celebrada los días 5 y 6 de junio ha decidido fortalecer la alianza con Más País, donde la ecología política se vislumbra como el eje articulador del pensamiento y de los programas electorales.
Además del pensamiento político, definido prioritariamente por la ecología política, el nuevo espacio verde, que trata de construir EQUO con sus alianzas, tiene una connotación metodológica que marca una diferencia esencial con los ámbitos de las otras izquierdas. Frente al centralismo y la configuración jerárquica, que ha sido la seña de identidad de Podemos, manifestada, por ejemplo, en la obligación de introducir sus siglas en cualquier alianza, el nuevo espacio verde que se construye es de naturaleza decididamente federal. Eso se concreta en respetar y apoyar a las formaciones municipalistas allá donde existan o en aliarse con las ofertas políticas regionales existentes, siempre que sitúen el ecofeminismo como elemento articulador de sus proyectos políticos. “Será flexible y respetuoso con las realidades existentes en cada territorio, para abordar las elecciones locales y autonómicas”, dice la Conferencia Política.
Nada, pues, de nacionalismo; nada de izquierdas; nada de centralismo, aunque se diga democrático. Todo para la autonomía regional de municipios y regiones que optan por el cuidado de las personas y de la naturaleza; y búsqueda de la confluencia estatal bajo esos mismos principios ideológicos y metodológicos. “Construirá un proyecto de país para las elecciones generales, cuyo traslado al campo electoral se hará teniendo en cuenta las realidades territoriales en su conjunto, con unos mínimos garantizados en conformación de listas, cargos electos y técnicos, reparto económico, gestión de la coalición, adopción de decisiones, etc. para todas las partes que componen la coalición”, dice la Conferencia. Lo miso se prevé para las elecciones europeas, con una concreción: “Y concurrirá conjuntamente a las elecciones europeas, integrándose en el Grupo Verde del Parlamento Europeo”.
Se acabó, pues, el mantra de la unidad de la izquierda. Cada palo ha de aguantar su vela y los pactos, si hay que unir minorías de gobierno, se hacen en Ayuntamientos, en Comunidades Autónomas y en el Congreso de los Diputados. Esto es así y cuanto menos nos engañemos, mejor.
Marcelino Flórez
A vueltas con las coaliciones
Victoria Sendón de León escribe hoy (17/12/2018)un artículo en eldiario.es, que titula “¿Por qué la izquierda anda errante?”. Esta tal Victoria es de Podemos y su tesis es que el fracaso electoral en Andalucía se debe a la alianza con IU, que son unos antiguos. Creo que no hay una sola idea o un solo argumento más.
En una cosa estoy de acuerdo con la tal Victoria, en que la unión con Podemos o de Podemos con cualquiera ya no suma y, quizá, ha comenzado a restar. Pero no estoy de acuerdo en la explicación. Es más, pienso lo contrario: la modernidad está del lado de IU claramente. Si quieren hacer la prueba, que vayan solos a las próximas elecciones.
El cambio político que se manifestó en las plazas el 15M marcó el paso a la democracia deliberativa, la que se construye con consensos, sin imposiciones de mayorías, con razonamientos convincentes, sin órdenes jerarquizadas, con limpieza y transparencia, sin artimañas para situar a los míos. En los espacios en los que me muevo, observo que quien ha entendido eso es IU y quien no lo ha entendido es Podemos, el de Vistalegre II.
Hace cuatro años, mientras nos preparábamos para las elecciones municipales a través de convocatorias abiertas a toda la población, a los partidos políticos, a los movimientos sociales y a la gente común, con la intención de buscar una confluencia, es decir, puntos comunes para avanzar juntos, Podemos, entonces joven,logró abortar el intento en muchos lugares. En Valladolid lo hizo mediante la creación de un partido instrumental, al que denominó Sí se Puede. En Barcelona o en Madrid, donde el equilibrio de fuerzas no se lo permitió, tuvo que transigir con denominaciones comunes y sin las siglas particulares. Cuatro años después, ha vuelto a la carga y ahí hay que entender el conflicto con Carmena y su equipo de Ahora Madrid.
Podemos no quiere confluencias, quiere coaliciones, porque no quiere colaborar, quiere dirigir los cambios. En las confluencias todos somos iguales y participamos de forma altruísta, sin esperar beneficios personales; en la coalición se juntan dos o más partidos, que hacen sus listas en casa, con la intención exclusiva de obtener más representación política, más poder. Y esa diferencia se nota, comenzando por las denominaciones. La confluencia usa nombres acogedores de las diferencias; la coalición exige que el nombre de cada partido figure con letras grandes, incluso cuando se recurre a nombres genéricos. En la confluencia se manda obedeciendo a la asamblea; en la coalición la jerarquía decide.
Hay más diferencias entre confluencia y coalición y la gente va aprendiendo a diferenciarlo. En Andalucía se hizo una coalición con dos partidos hegemónicos, que ha dejado en todo momento claro quién mandaba allí. La gente lo ha entendido perfectamente y ha optado por quedarse en casa. Lo viejo aquí no era IU, era el método, la forma, la coalición.
Cuando alguien está empeñado en que su nombre figure en la papeleta, es porque está pensando en coaliciones, no en confluencias. En esos casos, hay que se muy respetuosos y dejar que los nombres propios vayan solos o junto a una sopa de letras, pero sin engañar a nadie. Los partidarios de la deliberación en asambleas nos quedaremos en casa, aunque nos estalle la conciencia, como en Andalucía.
Marcelino Flórez
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