La propuesta que ha hecho pública Podemos el día 20 de agosto para negociar un gobierno de coalición no es más de lo mismo. Puede que muevan a la confusión la palabras de Pablo Iglesias, insistiendo en que no dará la investidura gratis, que, en este caso, sí son más de lo mismo; o las palabras, más incomprensibles aún, que invitan a la ciudadanía a desconfiar de los políticos. Pero Pablo Iglesias es ya un valor amortizado.
La propuesta marca dos diferencias respecto a las posiciones de Podemos en los meses de mayo, junio y julio pasados. Lo primero, comienza con una propuesta de programa. Es una base para negociar y, dado que no hay apenas distancias con los acuerdos alcanzados en otros momentos cercanos, parece muy probable que se pueda llegar a un programa de gobierno para una legislatura. Es verdad que la propuesta tiene un apéndice de reparto de ministerios. Eso no será posible, como han reiterado el Gobierno y el PSOE, pero hay margen para la negociación. Se puede llegar a acordar la formación de un gobierno con personas independientes, pertenezcan o no a partidos políticos, pero integradas por su nombre no por su pertenencia, algunas de las cuales podrían ser propuestas por Unidas Podemos y las otras fuerzas políticas que apoyen el pacto de gobierno. No es un camino cerrado.
Hay otro elemento diferenciador en la propuesta del día 20, que ha hecho pública Podemos y sobre la que han entrevistado a Pablo Iglesias. Esa diferencia es el establecimiento de una comisión negociadora. Esta sí que es una novedad. Más importante aún es que esa comisión no está formada exclusivamente por gente de Podemos, sino que su representación es minoritaria, dos personas entre seis. Además de Echenique e Ione Belarra, forman la comisión Jaume Asens, de los Comunes catalanes, Yolanda Díaz, de Galicia en Común, Enrique Santiago, el representante del PCE en Izquierda Unida, y Juantxo López Uralde, el parlamentario de EQUO. Nada que ver con la situación anterior. Por si había dudas de la diferencia, algunos miembros de la comisión se han apresurado a advertir que la propuesta «no es de máximos», sino que actualiza el estado de la negociación de julio. Otro camino abierto.
La propuesta del día 20 no es de Podemos, sino de Unidas Podemos; parte de una postura lógica, negociar un programa; no peca de segundas intenciones, como ocurría en junio, después de la catástrofe electoral de Podemos; genera alguna confianza, al presentarse como propuesta abierta; e incrementa la confianza, al establecer interlocutores variados y con capacidad de diálogo.
Es cierto que la forma de presentarla no es la mejor manera de iniciar una negociación. También es cierto que mantener el protagonismo de Pablo Iglesias en la presentación de la noticia tampoco ayuda mucho al éxito negociador. Pero tanto lo uno, como lo otro, son el peaje que hay que pagar para enmascarar la ruptura con el pasado. Son cosas de la lucha por el relato, que sigue viva. Y son consecuencia de la ceguera de los medios de comunicación, de todos los tertulianos y de muchos sociólogos, incapaces de diferenciar entre Podemos y Unidas Podemos. Ahora le toca el turno al espacio de la pluralidad y los resultados no van a ser los mismos.
Marcelino Flórez
Todo parece darte la razón. Esperemos a que el PSOE proponga y la comisión negociadora actúe.
Marcelino, me temo que has pecado de optimista, por dos razones:
La primera, que los trabajos programáticos ya estaban casi completados en julio, y no suponen pues ninguna novedad.
La segunda es que no es posible obviar ese final en el que UP exige al menos uno de dos ministerios que el PSOE no va a negociar: transición ecológica o trabajo. A partir de ahí, la composición de la mesa de negociación es irrelevante.
De nuevo UP ofrece aquello que el adversario no puede aceptar. La oferta es como un pastel coronado por un zurullo. Timeo danaos et dona ferentes…
Como dije en un comentario anterior, mal vamos.
Saludos.