Quedan muy pocos días para continuar con el relato o justificación que cada cual hace de la postura tomada. Desde el martes, 24 de septiembre, no va a importar quién tuvo la culpa, sino cuál es la propuesta. En cuanto a los contenidos, resultará muy difícil establecer diferencias en la izquierda, donde existe un práctico consenso, que se plasmó en un acuerdo de presupuestos. Ese será el programa del PSOE, bien seguro. Podemos tendrá que establecer su diferenciación en la reclamación de un gobierno de coalición, que tanto ha venido a parecerse a aquel ya lejano programa, programa, programa. El empecinamiento de entonces le valió a Julio Anguita que IU pasase de 21 diputados en 1996 a 8 en 2000, a 3 en 2004 y a 1 en 2008. Una lección, en absoluto despreciable. Si el PSOE dice que no va a haber un pacto de gobierno, y ya lo ha dicho, el voto a Podemos se presentaría como totalmente inútil, en el caso de reincidir en la propuesta de un gobierno de coalición. Inútil, claro, para parar a la derecha o para desarrollar un programa de progreso. Seguiría siendo útil, eso sí, para los más fieles a las siglas o al líder. No querría estar, en ningún caso, en la piel de los diseñadores de la campaña de Podemos.
Estos días las redes están incendiadas contra la aparición en escena de Más Madrid. Los insultos forman una gama variada, en la que los más gruesos están en cabeza. Pero se equivocan los que insultan. Más Madrid sólo puede favorecer a la causa de la izquierda en este momento de desafección. Mucha gente que podría quedarse en casa o dirigir su mirada al PSOE encontrará un consuelo en Más Madrid. No sabemos en cuántas provincias se presentará. Recordemos que la provincia es la circunscripción electoral por prescripción constitucional. Parece que será en pocas, pero si Más Madrid fuese ya algo más que Íñigo Errejón y tuviese un movimiento social detrás, tal vez no se presente sólo en Madrid, sino que lo haga también en algunas circunscripciones de las más pobladas, donde el sistema electoral funciona de hecho como proporcional puro.
La salida a escena de Más Madrid, por otra parte, crea un importante dilema dentro de IU y, sobre todo, en EQUO. ¿Van a seguir en la coalición de Unidas Podemos o se van a adherir a Más Madrid? Recordemos que los resultados en las elecciones autonómicas fueron de 7 y 20, respectivamente. ¿Cabrá algún representante de IU en los dos o tres primeros puestos de las listas? EQUO, en mayo, ya optó por Más Madrid. Hasta ahora han cerrado filas en la coalición de Unidas Podemos, pero la presencia de Más Madrid desbarata el argumento de la unidad de la izquierda. Creo yo que no hemos terminado de ver todos los movimientos de las diversas militancias. Y Pablo Iglesias ha humillado mucho a los otros miembros de la coalición durante el reciente proceso de investidura. Nos esperan un par de semanas entretenidas, vaticino.
No es, por lo tanto, en la izquierda, en sus diversas opciones, donde hay un problema. Es en la coalición de Unidas Podemos donde está el problema. Lo primero, hay mucho descontento por la forma como se ha llevado la negociación y por los resultados. A eso se suma la aparición en escena de Más Madrid. De manera que el desorden, al que ya asistimos en las elecciones territoriales de mayo, donde un mismo partido podía ir en tres coaliciones distintas, reaparece ahora multiplicado. ¿No tuvieron esto en cuenta los expertos negociadores o la negociación tenía precisamente el fin de que ese desorden no se llegase a producir, porque lo impidiesen los cortos plazos de los que se disponía hasta las elecciones? Sólo faltaba que ésta fuese la explicación de la votación de julio, como ya escribí en una entrada anterior.
Marcelino Flórez