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Errejón, Con Todo

Este libro de Errejón (Con Todo. De los años veloces al futuro) cuenta la historia de Podemos y de Más Madrid de forma autobiográfica. Son las memorias de Íñigo Errejón desde su adolescencia hasta mayo de 2021. En eso, el libro no engaña, es una narración siempre en primera persona, a veces en primera persona del plural por referencia al grupo, a la cuadrilla de seguidores.

Realmente la historia de Podemos ya la había escrito Errejón en la revista Jacovín. América Latina, donde el 10 de noviembre de 2020 publicó un amplio artículo con el título de Lo que pudimos. Lo que podremos. En lo que se refiere al análisis del fenómeno Podemos, encuentro, incluso, más rigor en ese artículo, aunque el libro contiene muchas anécdotas y otros elementos que dan un mayor significado a la narración. He de decir de entrada que el libro tiene mucho interés y, creo, un valor objetivo en tanto que documento. Hagamos un resumen.

El capítulo primero, No dejar de correr, narra su biografía hasta la creación de Podemos. Politizado desde la cuna, como buen hijo de unos militantes del PTE, se encaminó pronto hacia el movimiento libertario, pero en la Universidad descubrió el valor de la organización y de las instituciones, “el mayor patrimonio de los humildes”, dice. También reunió un grupo de amigos, con los que hará un largo recorrido desde el 15M hasta Podemos.

Insiste mucho en esta parte en que Podemos nació “por accidente”, al negarse IU a formar parte de la candidatura para las elecciones europeas de 2014. No oculta su animadversión hacia Izquierda Unida en contraste con la simpatía que manifestaba siempre Pablo iglesias. En realidad, parece estar anunciando lo que habría de venir.

Además del 15M y su exhibición de indignación social transversal, afirma que le influyó la experiencia electoral en Bolivia, en cuyas campañas participó como asesor. Ahí cifra su opción por un movimiento nacional-popular, eso que teorizó en los primeros documentos de Podemos y que a mí me producía aquel molesto hormiguillo, del que dejé constancia en el blog.

Abro aquí un paréntesis para decir que el libro, además del relato autobiográfico, contiene seis excursos, donde teoriza la experiencia política narrada. Dos de ellos, los más intensos y complicados, están en este primer capítulo: “Política (y democracia)” y “Hegemonía y pueblo”.

El capítulo segundo, El doble de intensidad en la mitad de tiempo, narra el crecimiento meteórico de Podemos entre las elecciones europeas de 2014 y las generales de diciembre de 2015. Comienza a haber discrepancias internas, que se van resolviendo sin romper el modelo nacional-populista, perfilado en la Asamblea de Vistalegre, que entrega todo el poder al jefe. En esa fase, Podemos tiene obsesión con la marca, cuya presencia exigirá en todos los procesos electorales de ese año. En diciembre, quedó a muy pocos votos para alcanzar al PSOE, un éxito sin discusión.

El éxito, sin embargo, no puede ocultar dos contrariedades que habían tenido lugar en el camino con motivo de las elecciones municipales y de algunas autonómicas. Renunciaron a participar en las municipales, aunque la marca enmascarada sí se presentó en algunos lugares. Ocurrió, sin embargo, que también se formaron candidaturas municipalistas, “que no dan miedo”, sin sopa de letras, surgidas como “plataformas ciudadanas nuevas”. Y son esas las que triunfaron. Era un aviso, que entonces apenas se avistaba. De hecho la prensa y la opinión pública siguió identificando esas plataformas con Podemos durante mucho tiempo. Más evidente fue el aviso con las candidaturas autonómicas: “No hemos conseguido los objetivos cuando íbamos con la marca Podemos y, sin embargo, donde nuestra marca no estaba y se ha abierto la cosa, hemos pasado al PSOE”-155-.

Errejón reconoce dos aprendizajes fundamentales en esos periodos electorales: el primero que, como dicen las encuestas, Podemos da miedo a 7 de cada 10 españoles y así no se puede gobernar; el segundo es la idea de plurinacionalidad y dejar que las confluencias tomen “las decisiones en su tierra”-161-.

El capítulo tercero, En el castillo (se respira distinto), narra el bloqueo a la formación de gobierno y la repetición electoral en junio de 2016, donde ya se manifiesta la diferencia radical de estrategia entre el grupo de Pablo y el grupo de Errejón, lo que se dilucidará en Vistalegre II, en cuya asamblea Íñigo pierde todos sus poderes, aunque sigue participando en el partido.

Refiere dos hechos, convertidos muy pronto en símbolos: la referencia a los GAL y la cal viva, durante la sesión de investidura el 3 de marzo, que representa a “los duros” de Podemos frente a los “pactistas”; y el irrefrenable llanto de Pablo Iglesias al abrazarse con Anguita en junio de 2016 durante la campaña electoral, que refleja mejor que cualquier argumentación qué se entendía por unidad de la izquierda, a lo que los de Pablo denominan bloque histórico y Errejón considera que está en las antípodas de ese concepto gramsciano. En las elecciones, ese abrazo dio como resultado un millón de votos menos que seis meses antes.

La ruptura, sin embargo, se producirá a causa de Madrid en 2019. La dirección de Podemos encargó a Errejón encabezar la candidatura a la Comunidad de Madrid, un aparente retiro dorado, pero le puso todos los obstáculos posibles para organizar su candidatura, a pesar de que su lista arrasó en las primarias. Aguanta un tiempo la presión, pero cuando la dirección de Podemos expulsa a Rita Maestre y a los concejales de Ahora Madrid, Íñigo decide también marcharse: “Hasta luego, Maricarmen”, como dijo Rita en un tuit.

El capítulo cuarto, Volver a respirar, cuenta la creación de Más Madrid. La iniciativa es de Errejón, en el contexto que acabamos de reflejar, y la construye en el máximo secreto. Se la cuenta a Manuela y sale adelante. Manuela sigue pensando que Podemos entrará al fin en la plataforma, pero no será así. Es más, el día de reflexión Pablo Iglesias pedirá el voto para la candidatura que IU presentaba al Ayuntamiento, que no logrará rebasar la barrera del 5 por 100. Más Madrid sale muy bien parada en la Comunidad, aunque no logra cortar el paso a la derecha, además de perderse el Ayuntamiento.

En abril había habido elecciones generales, pero de nuevo se produce el bloqueo y no se forma gobierno. Ahí nacerá Más Pais, una decisión muy polémica, aunque colegiada. Después de una difícil campaña, sobre la que irrumpe la sentencia del procés, los resultados para Errejón son muy malos, alejadísimos de las previsiones iniciales. Es un fracaso evidente y así lo reconoce el principal responsable, aunque termina el relato con un rasgo de optimismo: “Pero hemos entrado”. Observándolo dos años después, he de reconocer que no le falta razón para ese optimismo, pues el Congreso le ha dado la oportunidad de visibilizarse y mantener su posición política y, quizá, de crecer.

El capítulo quinto y último, Un final que es un principio, cuenta las elecciones del Madrid de Ayuso, donde se muestra la fortaleza de Más Madrid, que se convierte en el principal partido de la oposición, sobrepasando al PSOE. Y eso, a pesar de la presencia de Pablo Iglesias en la cabecera de la lista de Podemos. Es la consolidación de una fuerza política verde y autónoma. Su eslogan electoral, “por lo que de verdad importa”, recoge lo aprendido en el proceso político de “los años veloces” con el añadido de la covid, un aprendizaje que recoge la cultura básica del feminismo y del ecologismo: la necesidad de los cuidados para proteger la fragilidad de las personas y la fragilidad de la naturaleza.

Si a lo relatado en el libro unimos las alianzas de Más País con Verdes-EQUO y con Compromís; si unimos la “Declaración de Zaragoza” del 28 de octubre, que suma a la Chunta Aragonesista a esas alianzas; y si efectivamente hay organización “tanto en Cataluña como en Andalucía y en Murcia”, parece probable que en verdad esté configurándose una nueva fuerza política. ¿Estará dispuesta esta fuerza a escuchar el canto de sirena de la unidad de la izquierda? Viendo lo que dice el libro, hay un abismo estratégico entre esas dos opciones, además del desencuentro afectivo, que puede tanto o más que la estrategia. Se me antoja que Yolanda Díaz va a tener difícil este caladero.

Marcelino Flórez

Diferencias y pluralidad

No parece, en principio, que vayan a existir importantes diferencias programáticas entre Podemos y Más País. Existirán acentos diferentes y alguna cosa menor, nada de importancia. Donde sí se aprecian diferencias desde el principio es en lo relativo a las formas, o sea, el método. Y no sólo es el talante, que va forma parte del carácter de las personas. Así, hemos visto la diferencia de talante entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, lo vimos gráficamente en Las Cortes en 2016 y lo hemos vuelto a ver en los discursos estos días. Pero eso no es lo más importante, lo que atrae mi atención son otros aspectos del método, como los que relacionan la táctica con la estrategia.

Ya sabemos que Podemos tiene su mirada en el asalto a los cielos y a eso supedita todo lo demás. No se explicaría de otra manera la opción cerrada por un gobierno de coalición, negándose a hablar en absoluto de un programa de gobierno, aunque fuese de duración tasada, bien el solo acto de investidura, bien un año de duración a prueba o toda la legislatura con los mecanismos de control que fuese necesario establecer. Es la misma estrategia del sorpasso, que ya vimos en 2016 y que se ha repetido milimétricamente ahora.

Parece que Más País hace suya la estrategia que formulaban algunos grupos del 15-M con aquella consigna de «vamos despacio, porque vamos lejos». Es la estrategia de la moderación, que en las redes se formula como acusaciones de estar vendidos al PSOE o de ser su maleta electoral, a lo que, en consecuencia, se califica como traición. Digo parece, porque, aunque las propuestas que vimos en la Comunidad de Madrid y la palabras que escuchamos ahora a algunos dirigentes van en esa dirección, no hemos podido comprobar aún la consistencia en la práctica de esa estrategia.

En situación paralela a la relación entre táctica y estrategia se halla la cuestión de la coalición y la confluencia. Está comprobado de forma repetida que Podemos, si no consigue la integración simple bajo sus siglas de otras opciones, exige la fórmula de la coalición para concretar la unidad de la izquierda y siempre una coalición en desigualdad, donde ha de destacar la identidad de Podemos. Esta fórmula acarrea circunstancias como las que pudimos observar en los meses de junio y julio, donde la coalición de Unidas Podemos se vio suplantada en la negociación de investidura por la formación dominante, hasta el punto de llegar a convocar una consulta exclusiva a sus propios inscritos sobre las posturas que debían defenderse. Ellos mismos fueron conscientes del error cometido y trataron de corregirlo en adelante.

Aún es pronto para saber si Más País buscará la convergencia de la pluralidad de la izquierda sin coaliciones, pues la urgencia de los pactos para las elecciones del 10-N no ayuda a conocer adecuadamente ese aspecto del proyecto. Las fórmulas utilizadas tanto con Compromís, como con la Chunta Aragonesista posibilitan caminos de confluencia, pero no lo aseguran. Para que podamos hablar de confluencia y no de coalición tienen que darse algunas condiciones: selección de las candidaturas mediante primarias abiertas en cada circunscripción electoral; construcción participada de los programas electorales, generando debates y compromisos a lo largo y ancho del territorio; garantías de participación para el seguimiento de la acción política y capacidad de control de toda la actividad. Nada de eso ha sido posible en el espacio de un mes y una consulta para refrendar candidaturas no es suficiente prueba.

Hay otro elemento metodológico relacionado con los anteriores, que es la opción por el federalismo o por el centralismo. Podemos ha establecido una estructura rígidamente centralista, cediendo en los aspectos federales sólo mediante el uso de la fórmula de la coalición, como ocurre en Cataluña o en Galicia; en el caso de Adelante Andalucía, el centralismo se ha puesto de manifiesto en toda su extensión. Lo mismo ocurre con la designación de las candidaturas, que se hace desde Madrid. Nada, pues, de federalismo.

Más País, en cambio, sí ha mostrado ya un rostro federal, quizá influido por EQUO, que lleva esa característica en su organización. De hecho, los pactos tanto en el País Valenciá, como en Aragón, dejan plena autonomía a los territorios para designar candidatos y perfilar las identidades territoriales. Es pronto, sin embargo, también en este caso para poder afirmar nada, por estar la organización sin construirse, de modo que sólo se puede hablar de indicios, por el momento. No obstante, algunas diferencias de método sí han comenzado a manifestarse.

Soy de la opinión, y así lo tengo escrito en este blog, de que Más Madrid era mucho más que Carmena, como Más País es mucho más que Errejón, sin que esta opinión reste nada al valor social de los liderazgos. Es pronto para saber cuánto movimiento social y político se halla detrás de Más País, pero es indudable que lo hay; y eso que no todas las organizaciones han podido elegir, por los condicionantes del tiempo escaso. En algunas organizaciones se ha pospuesto el debate, pero la reconstrucción de la izquierda plural inicia, sin duda, un nuevo camino con las elecciones del 10-N y esperemos que pueda disponer de cuatro años para debatir y construir sus estructuras. En la parte más extensa y más vaciada de España nos toca la tarea de observadores ahora mismo. Eso nos da también gran libertad de voto para los que andamos en el espacio de la pluralidad, pero seamos conscientes de que nuestro voto, además de imprescindible, no será neutro con vistas al futuro.

Marcelino Flórez