La Asamblea de Izquierda Unida nos ha legado dos discursos, que pueden resultar no sólo diferentes, sino antagónicos. Mientras Cayo Lara ha cerrado la reunión con la afirmación rotunda de “No hay que buscar otra Syriza española. ¡Esta es nuestra Syriza!”, la gente de Izquierda Abierta ha celebrado la unidad interna conseguida como un paso para “la unidad externa”. Así lo ha expresado Luis García Montero en su artículo “Un frente de izquierdas” o Gaspar Llamazares en sendas entrevistas en El Diario y Público.
Yo recibo con mucho pesimismo las noticias de esta Asamblea de Izquierda Unida, porque los dominadores de la Asamblea no han entendido nada. Me alegro de la unidad interna, lo celebro incluso como un avance, pero me parece que “la unidad externa” está más difícil que antes de que llegara la crisis económica. Es una paradoja, pero ocurre así algunas veces, cuando la dimensión del árbol no deja ver el bosque. El crecimiento electoral de IU puede cegar al observador apasionado, que no logra ver los estrechos límites de ese avance electoral y la ingente suma de organizaciones y personas que se resisten a entrar en esa pretendida casa común. No hay Syriza que valga, si se sigue por ese camino.
Me encuentro entre los que votan ocasionalmente a Izquierda Unida, de la que fui activo fundador y de la que me separé aprovechando el empujón que recibí en la época gloriosa de El Califa. He llegado a participar en el proceso abierto (y modélico) que hizo Izquierda Unida en Valladolid; sigo con atención el buen hacer de sus concejales y de su concejala en el Ayuntamiento; acompaño alguna (pocas) reunión. Pero no soy de Izquierda Unida ni lo voy a ser nunca más y cada vez veo más difícil que pueda seguir votando esas siglas. Si de lo único que se trata es de cortar el paso al PP, hay otros votos posibles y la más cómoda de las opciones, que es quedarse en casa los días de elecciones y seguir saliendo a la calle a protestar todos los demás días.
Felizmente, antes de que tengamos que construir una oferta electoral para el municipio, la Comunidad Autónoma o el Estado, vamos a tener unas elecciones europeas. Sin duda habrá una triple oferta de izquierdas en ese momento: IU, Anticapitalistas y Equo, sin contar los múltiples pequeños partidos de las distintas versiones comunistas. Constataremos entonces, cuando no es necesario ningún voto útil, y por enésima vez, que Izquierda Unida no es la Syriza española. Ya que no se logra ver antes, la única esperanza es que abran los ojos al día siguiente de las elecciones europeas. Mientras tanto, seguiremos trabajando por otra forma de hacer política, por otras formas electorales y por otros partidos que no nos ofrezcan más de lo mismo, porque ya se ha rebasado la copa. Y seguiremos en la calle con el movimiento social.
Marcelino Flórez