Los amigos, que saben de mi afición a la política, vienen preguntándome desde hace días qué va a pasar, si habrá gobierno o si habrá elecciones. Y sigo sin tener más respuesta que la duda y la indefinición. La lógica dice que habrá elecciones y las declaraciones en los dos extremos así lo confirman. Analicemos, más allá de nuestras pasiones.
Cualquier fórmula de gobierno pasa por el PSOE. Eso significa que está descartado un gobierno del PP, no sólo porque los responsables reiteran esa afirmación constantemente, sino porque no se aprecia a primera vista una inclinación socialista al suicidio. De hecho, sólo hablan de tripartito con los populares los adversarios en ambos extremos. Parece casi una súplica.
Existió durante algún tiempo una leve posibilidad de gobierno de coalición PSOE-PODEMOS, contra la que trabajaron con eficacia los barones socialistas y, de forma definitiva, la propuesta podemita de una vicepresidencia plenipotenciaria. ‘Ciudadanos’ también lo rechazaba, pero ha sido Pablo Iglesias quien ha segado definitivamente la hierva bajo los pies: la cal esparcida en los asientos socialistas en el Congreso y el tono bronco, innecesario hasta caer en el ridículo, como fue la bronca infantil sobre el tuteo con el Presidente de la Cámara, ha roto toda posibilidad de gobierno de coalición, porque el fondo está en la forma, como el árbol en la semilla, según dijo Gandhi. Pase lo que pase en los próximos dos meses, nadie tiene duda de que la responsabilidad en la ruptura de cualquier opción de gobierno está en el lado de ‘Podemos’. Falta por ver cómo valorará eso el electorado, pero los primeros indicios dicen que el perdedor no va a ser Pedro Sánchez.
Hubo otro momento en las negociaciones para la investidura, en el que Alberto Garzón adquirió un papel relevante, que lo merece pero está muy por encima de las posibilidades de los dos escaños de su grupo, cuando logró sentar en la mesa de negociación a ‘Podemos’, aunque fuese después de sesenta y tres días. Tuvo la ayuda en esa tarea de Compromís. Pero esta posibilidad mediadora la han tirado a la papelera IU y Compromís, al alinearse con ‘Podemos’, teniendo, como tenían, la posibilidad de abstenerse en la segunda votación. Ya no habrá, pues, “mesa de cuatro” y, en el periodo que iniciamos, IU y Compromís sólo pueden aspirar a la irrelevancia.
Si hay alguna mesa, será de tres, los socialistas con ‘Ciudadanos’ y ‘Podemos’, en el caso de que estos dos renuncien a los vetos mutuos. Y de ahí no podrá surgir un gobierno, sino un programa. Las exigencias de Pablo Iglesias, que siempre fueron interpretadas como una estrategia rupturista y no negociadora, han cumplido su ciclo con el voto negativo en la investidura. Esto hay que entenderlo: se ha acabado una fase con todos sus elementos y se ha iniciado otra, en la que la iniciativa corresponde exclusivamente a Pedro Sánchez. Quien haya analizado los tiempos de otra manera se ha equivocado.
Es difícil, pero hay margen para el acuerdo. Basta que ‘Ciudadanos’ ceda en algún elemento de su liberalismo y en sus maximalismos y ‘Podemos’ tiene suficiente con dejar a un lado el referéndum. Luego hay muchos elementos comunes para gobernar: la educación, la recuperación de las libertades, la ley electoral y otras leves reformas constitucionales, la paralización de la corrupción, la recuperación del poder judicial, la democratización de los medios públicos de comunicación y otras medidas regeneradoras. Aunque no haya gobierno de coalición, el PSOE puede aceptar fácilmente la introducción de algunos ministros “técnicos”, a propuesta de los pactistas. Incluso, se puede pactar un periodo de, por ejemplo, dos años, al final del cual cualquiera pueda romper el pacto sin necesidad de argumentarlo.
Hay margen y los resultados pueden ser sabrosos. Si hubiese acuerdo con ‘Podemos’ y ‘Ciudadanos’, ambos conseguirían un rédito inesperado: la quiebra del PP y la anulación de Izquierda Unida. Sólo con esto, sería un cambio político mucho mayor de lo que nunca hubiéramos podido imaginar. Así que, cualquier cosa puede pasar, aunque la lógica sigue indicando que habrá elecciones, paradójicamente la tabla de salvación de IU y del PP. El PSOE ha resuelto sus asuntos. Lo demás es un saco de sorpresas.
Marcelino Flórez
De lo que menos hablan -o poco veo – es de cambiar este sistema electoral. Algo que beneficiaría a Podemos y Ciudadanos, y teniendo la sartén por el mango, no entiendo por que no lo exigen como línea roja
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