Regresaba yo de pasear a la perra y confluí en calle tangente por la izquierda con tres mujeres, que también regresaban del paseo y hablaban en voz alta de política. Por supuesto, la premisa mayor era que no entendían ni entraban en política, aunque dejaban caer expresiones de alto contenido político. A una le oí decir “algo bueno habrá hecho” y otra decía con firmeza “que dejen gobernar a la lista más votada”. También escuché alguna frase despectiva sobre “el coleta”.
Pocas expresiones definen hoy con más precisión una postura política que las dos mencionadas. “Algo bueno habrá hecho” es la defensa incondicional de Rajoy, a quien hemos visto que rechazan por unanimidad los tres partidos competidores y las fuerzas nacionalistas de todo el Estado. Estuve tentado de decir: “Claro que ha hecho algo bueno, repartirse entre una reducida secta los bienes públicos”, pensando en la corrupción que atenaza al partido, aunque me contuve. Quien afirma “algo bueno habrá hecho”, después de la que está cayendo, da por descontado en su decisión de votar no sólo el franquismo originario, sino también la corrupción y los años de gobierno con su incumplimiento de programa, con los recortes, con el autoritarismo, con el desprecio a las libertades. Es el suelo, la base inamovible, unos cinco o seis millones de votos seguros por más terremotos que sobrevengan. No queda otro remedio que ignorarlos, porque es inútil esforzarse en razonar ahí.
“Hay que dejar gobernar a la lista más votada” es la última escusa a la que se aferra Rajoy y su entorno dominante. Pero a nadie se le oculta, salvo a los ignorantes, que la lista más votada está legitimada para gobernar sólo cuando se enfrenta a otra única lista, como ocurre en las repúblicas presidencialistas, donde el presidente se elige en doble vuelta, si no hay mayoría en la primera ronda. Sin embargo, en el sistema parlamentario español, con elección de los diputados a una sola vuelta y donde compiten en proximidad más de cuatro partidos, la lista más votada sólo quedaría legitimada si consiguiese la mayoría absoluta de los parlamentarios. De lo contrario, la lista más votada, que muy difícilmente reunirá un tercio de los procuradores, necesita pactar con otras listas menos votadas hasta conseguir la mitad más uno de los votos parlamentarios posibles o mayoría simple en segunda votación. Esto es una evidencia para cualquier ser racional.
¿Por qué se empeña, entonces, Rajoy y la señora de Laguna de Duero, a la que yo escabuché, en seguir reclamando el gobierno para lista más votada, sabiendo, como sabe Rajoy, que esa propaganda carece de legitimidad? Evidentemente, porque esperan ser los tuertos en el reino de los ciegos. Aparte de que la excusa sólo sirve para los ignorantes, entre los cuales hay una pléyade de tertulianos, el problema mayor se presentará si la lista más votada no resulta ser la del PP, como es posible y cada día más probable. Cuando queda una semana para ir a votar, sólo falta que un pequeño grupo de abstencionistas termine de dejarse enamorar por la sonrisa y el afecto de la gente que va con “el coleta”, al tiempo que otro pequeño grupo de votantes seguros, no más de medio millón en este caso, opte por quedarse en casa, al no aceptar que caiga sobre sus espaldas el peso de Rita Barberá y compañía, por ser demasiado pesado, para que se produzca el terremoto. Menudo susto se va a llevar entonces la señora de Laguna, no va a encontrar rincón donde ocultarse.
Marcelino Flórez