Si el 2 de marzo de 2016 Podemos cometió un error de bulto, posibilitando la presidencia de Rajoy, por no abstenerse, al menos, en la votación de investidura de Pedro Sánchez, el 1 de junio de 2018 Ciudadanos ha repetido el mismo error al votar con Rajoy contra la moción de censura. Abstenerse habría sido su salvación, pero la envoltura rojigualda en la que se han refugiado les convierte en cómplices del Partido Popular, con su corrupción incluída.
Asombra sobremanera el argumentario de Ciudadanos, un argumentario idéntico al de los populares: que si Sánchez se ha vendido a los independentistas, que si es portavoz de los terroristas, que si es un traidor, que si accede al poder por la puerta de atrás y toda la retahíla consabida. Coincidir en la votación y coincidir en el argumentario es demasiada coincidencia. El fantasma de Rivera ha comenzado a desvelar su rostro.
Dos años ha tardado Podemos en reconocer de hecho su error del 2 de marzo, votando exactamente lo contrario que aquel día. En ese reconocimiento ha sido determinante la ciudadanía. Primero, mostraron su desafección en las encuestas, después le retiraron el voto en las urnas, finalmente mostraron la falta de aprecio al líder, situándole en el último lugar de valoración. El reconocimiento de hecho del 1 de junio no conjura todos los efectos del error de marzo, si se mantienen las formas que lo acompañaron, principalmente la pretensión de dictar el programa y los ministros del gobierno. Creo que todavía no estamos del todo salvados en esto. A esperar.
Puede que Ciudadanos sustituya al PP en intención de voto en las encuestas durante un tiempo. Lo mismo ocurrió con el PSOE no hace tanto. Pero los errores, aunque no tengan fijada la fecha, terminan pagándose. Y Ciudadanos ha cometido un enorme error el 1 de junio.
Marcelino Flórez