Franco, un escalón

La inmensa mayoría de la población española ha celebrado como un triunfo el traslado de los restos de Franco desde Cuelgamuros a Mingorrubio. Celebrémoslo, porque la historia recordará el 24 de octubre de 2019 como el mayor triunfo de la democracia española, después de la Constitución de 1978, un triunfo sobre la dictadura franquista, régimen responsable de crímenes contra la humanidad, como aseveró en su día el Tribunal Supremo. No es el final del camino, pero es el eslabón imprescindible para ir dando fin al franquismo y a sus crímenes.

Sorprende que este hecho, sin duda, histórico haya estado rodeado de un comportamiento insólito entre casi todas las fuerzas políticas y entre ciertos sectores de la sociedad. Dejo a un lado a los troles que inundan las redes y que las han llenado de chistes de mal gusto sobre el dictador. Es una cosa demasiado seria, para entretenerse en chismorreos. Como casi siempre, los troles destilaban odio y eso es incompatible con el sagrado acto democrático que el día 24 se ha realizado. Quede constancia de su rechazo y punto.

Sorprende menos la actitud de las fuerzas de derechas. Entendemos perfectamente que VOX se ofrezca como receptáculo de los restos del franquismo, ya venía ejerciendo como tal desde sus orígenes. Se entiende también la actitud de Ciudadanos, ese actuar siempre enrevesado, que busca distraer la atención con otros elementos, a causa de la vergüenza que les produce expresar sinceramente lo que piensan. Se entiende, en fin, la actitud del Partido Popular, mirando hacia otro lado con el deseo de que sus votantes no tengan muy en cuenta que nunca han condenado al franquismo. Una vez más, la derecha ha perdido la ocasión de homologarse con Europa, es decir, con la democracia. Sigue, por lo tanto, pendiente de refundación.

Sorprende algo más la actitud de los nacionalistas, sean catalanes o vascos. Ver a Esquerra Republicana de Catalunya pedir la comparecencia de la Ministra de Justicia o ver al portavoz del PNV atacar al gobierno por haber convertido la exhumación «en una fiesta de exaltación franquista y en una nueva humillación» nos deja boquiabiertos, porque todos y todas hemos podido ver la dignidad de Dolores Delgado, ejerciendo de notaria de la exhumación desde la distancia institucional que le correspondía o hemos podido ver la soledad de los nietos y biznietos del dictador, imagen ésta que no puede estar más lejos de la exaltación. No todo vale porque estén próximas unas elecciones.

Sorprende en el grado máximo ver a Podemos criticar la exhumación, acusando al gobierno de electoralismo. Este es un error definitivo. Lo primero, porque es mentira; lo segundo, porque muestra la desubicación de Podemos. Demostrar que es mentira la acusación de electoralismo es muy sencillo, basta con recordar la cronología de los hechos: el anuncio del gobierno de su voluntad de exhumar al dictador es del mes de junio de 2018, nada más tomar posesión tras la moción de censura; el 24 de agosto el gobierno modificó la conocida como ley de memoria histórica para hacerlo posible. Fue la familia del dictador y sus aliados quienes boicotearon cuanto pudieron el acto, proponiendo, primero, la inhumación en La Almudena y recurriendo al Tribunal Supremo cuando, el 8 de noviembre de 2018, el Consejo de Ministerios anunció para diciembre la fecha de la exhumación. Ese Consejo volvió a poner fecha en su reunión del 15 de marzo de 2019 para el 10 de junio, justo una vez pasadas las elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales. Fue el Tribunal Supremo quien desautorizó aquella fecha hasta que el 24 de septiembre rechazó todos los recursos presentados. Ese día el gobierno anunció que Franco sería exhumado antes comenzar la nueva campaña electoral. Si esto no fuera suficiente para demostrar la falsedad de la acusación, bastaría añadir aquí la relación de bromas que los troles de la izquierda han vertido en las redes, mofándose de los «fracasos» de Pedro Sánchez, para certificar que la acusación de electoralismo no supera el nivel de los troles.

Hay ocasiones que sirven para conocer bien la esencia de los partidos y de las personas. Cataluña es una de ellas; Franco es otra. En los dos casos, se trata de cuestión de Estado y eso significa una cuestión básica, de tratamiento en el largo plazo. Son éstas las ocasiones en las que hay que posicionarse sin matices al lado del gobierno, sea del signo que sea. Ni en el uno, ni en el otro caso, Podemos ha sabido actuar, lo cual es una prueba de que está desnortado, de que la estrategia le ha conducido al abismo, al que se asoma sin arneses. En gran parte, esta desubicación viene causada por la función que cumple el liderazgo, el otro elemento que, junto a la estrategia, entra en el sorteo del 10 de Noviembre.

Dejo a un lado la relación de argumentaciones banales que cierta izquierda viene aduciendo para desvalorizar el significado de la exhumación: que lo tiene que pagar el Estado, que le vuelven a enterrar en dominios del Patrimonio Nacional, que es una vergüenza porque se escucharon gritos fascistas y otras tales. Dejo a un lado esas banalidades y presto atención a la excusa que más se escucha para desvalorizar lo ocurrido el día 24 de septiembre: que las víctimas siguen en las fosas. Esta forma de argumentar, distrayendo la atención del asunto que se trata y derivando a otro hecho, aunque esté cargado de dignidad, cumple la función de restar importancia, desvalorizar y tratar de eliminar la significación del hecho tratado. ¡Claro que las víctimas siguen en las cunetas! Y algunos nombres en las calles y algunos monumentos y todo lo que robaron en manos de los ladrones. ¿Resta esto algún valor a la exhumación de Franco? No sólo no le resta, sino que resalta su importancia, pero utilizarlo argumentalmente con el fin de distraer sólo sirve para desvalorizar lo principal, la exhumación. Primo Levi calificaría a esa forma espuria de razonar como perversión moral. Yo estoy con Primo Levi.

Queriendo evitar que Pedro Sánchez se apuntara un tanto, estos tontos de la izquierda se han aliado con las derechas para restar valor a la exhumación. De esa manera, no sólo reservan el éxito para Pedro Sánchez en exclusiva, sino que ponen de manifiesto su inutilidad política. Y eso es también estrategia. Por eso, afirmo y reafirmo que el 24 de octubre de 2019 es un día histórico para la democracia en España y para las víctimas del franquismo. El peldaño que se subió con la exhumación abre la puerta de las reparaciones. Sólo la ceguera que producen los nervios ha estado a punto de quitarle su valor.

Marcelino Flórez

2 comentarios en “Franco, un escalón”

  1. No se puede expresar con mejores palabras. Lo rubrico y te agradezco este blog, lugar de serena reflexión en el caótico gallinero socio-político y mediático que nos rodea.

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