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Kun Rajel

Leo que en dialecto marroquí Kun Rajel significa “Sé un hombre”. Lo dicen habitualmente por allí y equivale a nuestro “ten cojones”. Vaya, una expresión machista que resume toda una ideología, el patriarcado.

Ahora hay o ha habido una campaña que dice “Sé un hombre y cubre a tus mujeres”, la perfección del patriarcado. Se ha activado la campaña en verano y en las playas. Recuerdo hace un par de años en Rabat que casi todas las mujeres estaban cubiertas en la playa, salvo las que iban en nuestra excursión. Los adolescentes, sin represión cultural aún, se aproximaban a las españolas para verlas en bikini y tocarlas al pasar. No me extraña que las marroquíes quieran cubrir su cuerpo, con lo que tienen alrededor.

Esta campaña, que produce náuseas a cualquiera que haya accedido a comprender que existen derechos humanos, como la libertad o el derecho a la vida y a la integridad física, me da pie para oponerme, ahora sin complejos, a la norma “islámica” de cobertura del cuerpo femenino. No es el Islam el problema, salvo para quien haga una lectura del Corán a la altura del siglo séptimo, el problema es el patriarcado. Y no el patriarcado de hace catorce siglos, sino el que pervive y se refuerza en estos días.

Esta campaña, que ha recorrido las redes sociales del mundo árabe, “Sé un hombre y cubre a tus mujeres”, deja desnudos a los hombres y a las mujeres que defienden la cobertura del cuerpo femenino. La campaña no dice “sé un santo”, sino “sé un hombre”, ten cojones e imponte sobre la mujer, domínala, tenla a tu servicio. No caben excusas religiosas. Es el turno de los hombres para establecer la diferencia entre religiosidad y machismo, a no ser que opten por vivir en el siglo séptimo, pero entonces que lo hagan del todo y de la noche a la mañana.

Marcelino Flórez

2.1. Desprecio de valores esenciales

(El Partido Popular en el final del Régimen de la Transición)

Desatada la lengua para la crispación, desvelaba el pensamiento oculto del Partido Popular en lo relativo a los valores humanistas esenciales. Los últimos años están plagados de ejemplos. Veamos algunos.

Con motivo del debate sobre la reforma laboral, se le coló al ministro De Guindos en un micrófono abierto que la reforma iba a ser muy dura. En el Parlamento, la actitud ya habitual de la bancada popular, entonces eufórica por la reciente mayoría absoluta, jaleaba sin cesar a los suyos y abucheaba a los contrarios. En uno de esos jaleos se le oyó decir a una parlamentaria, hija de un político famoso condenado por corrupción, “¡que se jodan!”, refiriéndose a los trabajadores y a sus empeoradas condiciones laborales. Se me vino a la memoria inmediatamente aquel “¡Comed República!”, que gritaban los señoritos, victoriosos en 1933, al jornalero hambriento y votante de las izquierdas. No hubiese ido más allá el improperio, si su autora hubiese dimitido inmediatamente del cargo electo o, en su defecto, si el partido la hubiese expulsado, pero no fue así, sino que confirmó su puesto y, de esa forma, avaló el improperio y lo que significa: el desprecio a la clase obrera, a la gente más débil de la sociedad.

Siempre que una alcaldía, un gobierno regional o el gobierno del Estado legisló o actuó en beneficio de la inmigración, el Partido Popular se opuso con el argumento del “efecto llamada”. Cuando la inmigración siguió llamando a las puertas bajo su gobierno, el gobierno popular continuó actuando conforme a su pensamiento, reprimiendo con dureza a las personas inmigrantes, hasta el punto de terminar sus actuaciones en los tribunales de justicia. El antihumanismo de esas actuaciones se ve confirmado con el comportamiento ante la misma actitud de otras autoridades. Nunca el Partido Popular ha condenado las palabras y los actos del alcalde de Badalona o del alcalde de Vitoria, que, condenados o no por los tribunales, han tenido que comparecer ante ellos bajo la acusación de xenofobia y de racismo. Podemos decir que el Partido es coherente, pero también hay que gritar que esa actitud carece de valores humanistas.

Un tercer ejemplo, el machismo. Podrá hacerse Rajoy cuantas fotos desee rodeado por todas las mujeres del Partido Popular, pero ni un millón de fotografías puede compensar la presencia del candidato a alcalde de Valladolid y actual alcalde de la ciudad en las listas electorales. Las portadas en la prensa nacional y la presencia, incluso, en noticias internacionales que han protagonizado los exabruptos machistas de León de la Riva no se pueden tapar con ningún mural fotográfico. Aquella referencia prostibular a los labios de una ministra, aquel desprecio erótico a la candidata socialista a la alcaldía y, sobre todo, aquel abandono de las mujeres violadas y maltratadas con la burla del ascensor y los sujetadores no lo tapan ni todos los escombros acumulados durante la burbuja inmobiliaria. Todavía alguien argumentará que existen mujeres en Valladolid que votarán a este alcalde y, efectivamente, su presencia en las listas está pidiendo el aval para su comportamiento. Pero, por más que conserve algún voto femenino, la negrura machista del Partido Popular, que se ve autorizada con la presencia de León de la Riva en la alcaldía de Valladolid y en la nueva candidatura, no la lava nada ni nadie. El machismo será un componente negro de la ideología del Partido para siempre, por la tozudez de los hechos sobre las palabras.