La Ciudadanía del Tertuliano

Que el ministro Wert es un tertuliano está fuera de toda duda. Fue dado a conocer por esa tarea y ejerce el ministerio con el método de las tertulias. Ha dado tantas pruebas de los peligros que encierra confundir la tertulia con el oficio público ministerial, que no es necesario insistir en ello. Y, por fin, ha dado a conocer la gran tarea que Rajoy ha encomendado a su ministerio: cambiar a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. El nuevo nombre, Educación Cívica y Constitucional,  no podrá llegar hasta que se cambie la ley orgánica, pero los contenidos ya empezarán a regir el próximo curso.

El cambio principal es lo que toca a la homosexualidad. Esta fue la razón de la absurda polémica habida en torno a la asignatura, cuando el obispo Cañizares, ahora ocultado en el Vaticano, afirmó que se trataba de “un ataque más a la familia”. En consonancia con el mandato del integrismo católico, ya no se deberá hablar en clase de los diversos tipos de familia (heterosexual, monoparental, homosexual), sino de “la familia en el marco de la Constitución española”. Esperemos a ver qué dice el Tribunal Constitucional, porque pudiera ser que todo este rodeo nos llevara al principio, si resultase que la familia en la Constitución española puede ser indistintamente de un mismo sexo o de los dos, con una sola madre o padre, o con varios padres y madres por muy separados y arrejuntados que lleguen a estar.

El otro gran cambio que introduce Wert es el que refleja el clasismo descarado, esto es, sin careta de nueva derecha española fortalecida. El programa de esta nueva clase elimina las referencias que orientaban para organizar “actividades sociales que contribuyan a posibilitar una sociedad justa y solidaria” y, en su lugar, se anima a destacar “la iniciativa económica privada en la generación de la riqueza y el fomento del espíritu emprendedor”.  Un aspecto paralelo de este clasismo se ve reflejado en el populismo que configura el nuevo programa. Así, se elimina el concepto de “mundo desigual” y se sustituye por el estudio de casos: terrorismo, fanatismo religioso (y aquí seguro que no piensan en Cañizares o en Rouco, sino en sus pares islamistas), estados fallidos (de ahí, entre otras cosas, que sean pobres) o nacionalismos excluyentes (y aquí que nadie piense en el nacionalismo español, sino en el vasco o en el catalán).

Según las primeras noticias que nos llegan, no se observan otras cosas de interés en el proyecto del tertuliano. Quiero destacar, no obstante, una omisión en la que yo veo la esencia y el peligro mayor de la nueva derecha reforzada. Me refiero a la eliminación en el proyecto de Wert de la orientación que era básica para el aprendizaje ciudadano en el anterior texto: “la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos”. El ministro Wert elimina de un plumazo la equidad de género y el respeto a la diferencia, casualmente unos de los pocos valores universalmente consensuados en sede de Naciones Unidas. ¡Qué concordancia entre este programa y las campañas electorales del Partido Popular, especialmente la campaña en Cataluña! Entendemos perfectamente que en España no aparezca otro partido de extrema derecha, no le queda espacio alguno.